Por: Leonardo Maya Amaya
La noticia política esta semana en el país es la presentación, ante el legislativo, de la propuesta para la reelección inmediata de alcaldes y gobernadores por decimo octava vez. Como era de esperarse la propuesta tiene defensores y contradictores.
Sabemos que este sistema funciona en algunos países de Europa: Inglaterra, España, Francia; en América, lo tenemos en Canadá. En Los Estados Unidos, nuestra democracia rectora, funciona pero no en sus 50 estados, recordemos que son federados; sin embargo allá existe una especie de “Mico en la Jaula”, esto es: el mico puede brincar, saltar, hacer las piruetas que quiera pero dentro de la jaula. Esto es la Constitución y el marco legal. Y el que se salga le cuesta mucho recordemos a Richard Nixon y el caso Watergate en junio de 1972.
En Colombia donde nunca existen reglas claras para nada, las normas se van acomodando de acuerdo a las circunstancias. Todavía no sabemos si la relección, de ser aprobada, regiría desde el 2011.
Pero, por encima de eso, analicemos el proyecto: en Latinoamérica hay experiencias al respecto en Chile, Perú que nos sirve de base para analizar algunas ventajas:
Amplia la democracia al ofrecer al elector la posibilidad de reelegir a un buen gobernante, fomenta el control. En efecto, los próximos candidatos a ocupar ese cargo se estimulan a hacerle un seguimiento, estudio y oposición argumentada para construir su discurso.
Fomenta la democracia local porque confiere mayor legitimidad y empoderamiento al gobernante reelegido lo que le permite mayor autonomía al punto de que puede tomar decisiones a favor de su municipio ante medidas que pueden provenir de niveles superiores de Gobierno. (Recientemente, en El Japón, un Gobernador agobiado por la oposición que le hacía la Asamblea renunció a su cargo y se postuló a las elecciones siguientes aplastando a un contendor que contaba con el apoyo absoluto de la asamblea local).
La reelección inmediata aleja al gobernante del cortoplacismo y lo invita a actuar a largo plazo, a obrar con mayor transparencia e incluso lo invita a vincular grupos distintos a sus electores, lo obliga a buscar una relación más estrecha con los ciudadanos para que estos conozcan sus logros y vuelvan a votar por él. (Gracias a esto en Honduras un alcalde eficiente permaneció 3 periodos consecutivos en su cargo), se reduciría en parte un grave problema que cabalga sobre la democracia y son los altos niveles de frustración por parte del ciudadano común.
Pero en el caso Colombia no es tan fácil el asunto, tenemos unas condiciones “sui géneris” por la influencia del narcotráfico, guerrilla y paramilitarismo en todos los eventos democráticos del país y lo que es peor su influencia directa en los distintos entes territoriales, aunque en muchos casos ya hemos salido de ese suplicio pero quieren volver.
Para implementar esto se requiere una democracia más depurada, recordemos las recientes elecciones legislativas: Denuncias por fraude electoral en 12 Departamentos y denuncias por malos manejos en licitaciones y contratos para ponerlos al servicio de los amigos políticos.
Los caudillos y familias locales entronizadas en el poder, compra de votos y la decidida presión de los dineros del narcotráfico. Estos agravantes queridos lectores no están presentes en los eventos políticos de otros países.
En Colombia los entes de control no son eficaces para controlar estos inconveniente porque precisamente los entes de control tienen un manejo político que los hace débiles, pero aún así la reelección ya existe hace años y la figura la conocemos como “en cuerpo ajeno” y consiste en apoyar de forma exagerada e irregular a un candidato de su preferencia, poniendo a su servicios bienes y recursos del estado en una actitud indecorosa de un funcionario público.
P.D: Me han preguntado que opino de la rendición de cuentas. Mi respuesta está consignada en una columna publicada en este diario el día agosto 3 del 2010, en uno de sus apartes dice: “Paradójicamente, en algunos lugares se ha tratado de volver transparente la gestión pública en nombre de la rendición de cuentas. Para esto se organizan eventos muy publicitados, se exponen metas y programas, estadísticas, gastos, datos, se producen montones de papeles con informes tediosos, incoherentes, irrelevantes y se pierde el sentido del virtuoso concepto. Estos actos se ven y son ejercicios débiles y falaces de rendición de cuentas”.
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