“¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios creen y tiemblan”. Santiago 2:19.
Todos tenemos un sistema de creencias sobre el mundo en que vivimos. Generalmente, está constituido por todo aquello que nos hace felices, satisfechos, exitosos. Caminamos y esperamos de la vida todo aquello que creemos que nos merecemos; y así, en cierta medida, nos aferramos a lo que creemos o esperamos.
El problema se presenta cuando el sistema del mundo en el que fuimos creados, establece en nuestras mentes un sistema de creencias distinto, o por lo menos, ajeno a las creencias bíblicas. Y puesto que venimos al mundo separados de Dios, aprendemos a vivir independientes de Dios y conformados con las creencias seculares que nos establece la escala de valores del mundo.
Si alguien cree que su felicidad está asociada con las posesiones materiales, o con su posición socioeconómica, probablemente nunca estará satisfecho. Dios en su inmensa sabiduría tiene una forma diferente de estimularnos para alcanzar el éxito: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.
No somos libres para establecer nuestras propias creencias con respecto al éxito, ni para determinar lo que queremos creer; sino, para creer con sencillez lo que Dios ha determinado como objeto loable de nuestra fe: ¡Dios y su Palabra!
Nuestras creencias no deben ser un salto a ciegas en las tinieblas de lo desconocido, tienen un objeto definido, una razón de ser: Dios y su sistema de creencias en las Escrituras.
Hay diferencia entre la fe sustentada en la fe del carbonero, que consiste en creer porque sí, que en la fe basada en hechos cristianos demostrables. Pensar que obtendremos lo que queremos si lo creemos de todo corazón, sería una fe basada en deseos egoístas, originados en nuestro interior que dependen de nuestra propia definición de fe.
La única manera de alinear nuestras creencias y convicciones con la realidad es mediante el estudio metódico y sistemático del sistema de creencias de Dios consignado en las Escrituras.
Creo firmemente que Dios es bueno, misericordioso y compasivo. Él es la fuente que irriga la aridez de nuestras vidas y nos ayuda a avanzar a pesar de los contratiempos del camino. El mundo cambia y las personas se someten a tremendas tensiones para mantener el veloz cambio, aun cuando esto implique renunciar a su propio sistema de creencias.
El desafío para este nuevo año es que permitamos que ese mensaje eterno de su Palabra cambie la ansiedad por sosiego y le dé un nuevo sentido de libertad a nuestras vidas. Jesús también vino a introducir un nuevo tiempo.
Confrontó las cerradas tradiciones y presentó una verdad contemporánea con sentido para la cambiante cultura. No nos conformemos con el sistema de valores y creencias del mundo; sino decidamos creer y confiar en el sistema creado por Dios mismo.
Amado amigo: establezcamos nuestras vidas con base en la sustancia de la fe y no con base en tradiciones, costumbres y falacias del sistema de creencias ajenas a la realidad del Dios de los Cielos, cuyo encarnación celebramos en esta navidad.
¡Felices fiestas! Dios mediante volveremos a mediados del mes de enero 2022. Entretanto, disfruten las fiestas y gócense con todo lo que Dios les haya confiado. Abrazos y bendiciones en Cristo.