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¿Sirve de algo la Vicepresidencia?

Más allá de los guarismos que arrojen la elección del día de ayer, por la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, deseo abordar el tema de la conveniencia e inconveniencia de la figura de la Vicepresidencia, cuando se cumplen más de dos décadas de su aprobación por parte de la Asamblea Nacional Constituyente, organismo que en su momento estableció la necesidad de crear la figura de la Vicepresidencia, para suplir las faltas temporales y absolutas del Presidente a quien se elige, por votación popular, en la misma fórmula del vicepresidente, pudiendo delegarle al vicepresidente, el cumplimiento de misiones o encargos especiales, designarlo en cualquier cargo de la Rama Ejecutiva y además puede, con la aquiescencia del Presidente, asumir la vocería del gobierno, en asuntos en donde se requiere de concertación.

Es decir, funge como “bombero” en las protestas masivas de los trabajadores del sector productivo. Es también, asesor del presidente, en la adopción de políticas sobre los derechos humanos y lucha contra la corrupción y por instrucción del presidente de la República, podrá representar internacionalmente a Colombia en foros, conferencias y agendas bilaterales, definidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores y finalmente, asistir, y asesorar al presidente de la República en la atención de los asuntos que éste determine.

No obstante, la figura de la Vicepresidencia, no ha tenido la mejor de las suertes en el ámbito nacional, pues como se recordará, el vicepresidente Humberto de La Calle Lombana, renunció al cargo, en el cuestionado gobierno de Ernesto Samper. El actual vicepresidente Angelino Garzón, ha tenido fuertes desencuentros con el presidente Juan Manuel Santos, al punto que para quitárselo de encima le propuso que aspirara a la Dirección General de la OIT, lo que finalmente no se logró, y luego le ofreció la Embajada de Colombia en el Brasil y después de aceptar el cargo, Angelino Garzón, reconsideró su decisión “Porque a su perro Orión no le sentaba el clima del país suramericano”.

Lo cierto es que los presidentes en ejercicio, nunca designan, en sus faltas temporales al vicepresidente, y por lo general encargan a uno de sus ministros, lo que significa que en la praxis, la figura del designado, se conserva intacta, por encima de lo establecido por la actual Constitución Política.

En este orden de ideas, ¿Qué sentido tiene conservar la figura de la Vicepresidencia?

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Dario_Arregoces: