Hoy, ninguno de nuestros partidos o movimientos políticos tiene la capacidad de ganar por sí solo la Presidencia de la República, ni siquiera el CD, cuyos procedimientos ya son conocidos por tirios y troyanos. No es lo mismo un proceso electoral transparente que otro con brazo armado en la retaguardia para intimidar y una chequera atípica para comprar procesos.
Por eso, ahora los candidatos, con cierto dominio regional, arman sindicatos para, en la primera vuelta, restarle votos en las regiones clave al enemigo común que es Gustavo Petro, soportado con el Pacto Histórico; es una especie de voto útil. Es curioso que al rebautizado Equipo por Colombia, ya no de la Experiencia (¿En qué? ¿Alas Equipo Colombia?), confluyan aspirantes de Bogotá, Antioquia, Córdoba, Valle y Atlántico, regiones definitorias para elegir presidente. Todos son varones electorales que han fortalecido sus riquezas como mandatarios nacionales, regionales y/o locales o contratistas del Estado, directa o indirectamente.
Esta estrategia es conocida como operación avispa con la cual se gana a partir de muchos residuos. En paralelo, como si fueran diferentes, otros himenópteros (apis melífera) auto denominados Coalición Centro Esperanza, con un letal aguijón quieren endulzar con su sabia el paladar de bogotanos, antioqueños y boyacenses.
Algo común en estos grupos es que dudan para autodenominarse, no hay claridad y no podrán proponerle algo al país. El objetivo común de ambos grupos electorales es forzar una segunda vuelta para armar un fuerte sindicato único contra la alternancia y el cambio, término prohibitivo para ellos. Estos sindicatos, que matizan tendencias, se auto ubican en el centro, el de la derecha, porque entre izquierda y derecha no hay centro, son tendencias excluyentes o dicotómicas, sí o no, vida o muerte.
Se es de centro en la derecha o en la izquierda. La gradación ideológica puede ser de intensidades baja, media y alta y se ordena como un triángulo cuyo centro queda en el corte de sus medianas (en geometría la mediana es la recta que une cada vértice con el punto medio del lado opuesto); el centro es un consenso entre estos niveles; en la derecha consiste en mantener el orden y la “corrupción en sus justas proporciones”.
El centro objetivo es el Estado. Hasta el momento, en los foros realizados, estos dos grupos no han propuesto nada, solo insultos para Petro. Falta conocer el sindicato integrado por el CD, CR, PC y otros sectores de la extrema derecha, esos que pueden acudir sin recatos a todas las formas de lucha, los que suelen estar por dentro y por fuera del gobierno, como diría Otto Morales Benítez, esos que no excluyen la eliminación física del contrario y su irracionalidad puede retrotraerse a estadios primitivos donde habita Pedro Navaja.
Esto no es cuento, aquí lo hemos vivido muchas veces. Los Verdes, que muchos creían eran alternativos de la centro izquierda, mostraron su catadura y sus contradicciones ideológicas que los fracturó; un sector, el de la alcaldesa de Bogotá, quedó donde ya sabíamos que estaba, en el centro de la derecha y el otro, el de Camilo Romero e Inti Asprilla en el centro de la izquierda.
El único grupo alternativo lo integra el Pacto Histórico, del centro de la izquierda. Estos sindicalizados son los mismos de siempre, quienes evocan la Patria, tienen a Dios por mampara y han participado en las guerras fratricidas del país; los mismos gatopardos, los que hace 200 años se reparten las riquezas, los que tienen al país al borde de una deuda impagable (default). ¿A quién nos parecemos?