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Sin luz, sin agua, sin internet, sin celular, sin plata y con miedo

Mal estamos en estos difíciles días cuando la nevera se puede averiar por el ir y venir de la energía y los alimentos dañarse, la radio se interrumpe a pesar de que el transistor es de pilas, el celular se descarga y los datos no nos funcionan y hasta el agua se nos ha ido, la necesaria para lavarnos las manos, con el jabón que se nos ha puesto caro.  Se filtran las noticias de que avanza el coronavirus al igual que empiezan a recrudecerse los robos y el doble miedo nos arrecia.

Aunque es época de vacaciones ya no se puede decir, si es que tenemos el computador en la casa, que no hay luz para seguir las clases.  Los estudiantes con la baja cobertura del internet, y la mala calidad no volveremos a clase de verdad. Y en el negocio esas comunicaciones como el zoom, en estos días, tienen su paréntesis y los conciertos virtuales y los webinar dudan de que la gente compre, se conecte o pueda permanecer a lo largo del certamen.

Los lomeros se resisten a creer que un transformador que llegó para solucionar un problema, ahora tenga que irse al valle aunque en la puerta de la Subestación haya otro para reemplazarlo; también pensamos que si vienen los del covid importados para nuestras UCI cuando las necesitemos de verdad entonces cómo vamos a sacar a los ñeros, samarios o guajiros, aunque ellos son nuestras ‘llaverías’.

Pero la cosa viene inexorablemente y los contagiados no se han disparado más porque se esconden bajo la falacia o realidad de que no se hacen las suficientes pruebas PCR en el día, y cuando se procesan se están demorando y demorando…

A todas estas parece que volverán a abrirse los templos católicos y en general cristianos que, usando la mascarilla de las mujeres de la musulmana Arabia serán los únicos consuelos de esta traumática situación.

Ese cuadro espeluznante de tragedia es el primer referente de ya un prolongado racionamiento, en que los mandatarios y los parlamentarios y los medios hemos tratado con guante de seda a los responsables funcionarios y técnicos y superintendentes del sector energético.  

También se fue en vastos sectores el agua y Emdupar ofrecía disculpas por situaciones fuera de su control.

Se nos pregunta si es que las antenas de los celulares requieren de la energía para funcionar y no tienen su respectiva planta y baterías de emergencia porque lo que era el 4G ahora es el 2G y es un complique manejar los correos, las llamadas se caen, y nos quedamos hablando solos.

No hemos hablado del más triste suceso, el de que la plata no se ve y tampoco alcanza y las oportunidades de empleo se dibujan pero no se pintan…

Los gobernantes locales quieren hacer pero son percibidos como pieza de una obra de teatro conducidos por los titiriteros del azar. 

Son nuestros tiempos de asombro y ensimismamiento.  En medio de las penumbras del miedo, ha comenzado a brotar todavía con la temprana timidez de la flor que emerge, el sueño, la creatividad, el arte, y con la resiliencia (qué fea palabra), que llamaremos mejor templanza, superaremos el drama diario y le cantaremos con ironía de viernes, junto al espíritu evocado de Escalona a este tormento divino.

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