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Sin excusas

“Ni él pecó ni sus padres, es para que se manifiesten en él las obras de Dios”: San Juan 9,3.

Un selecto amigo, ingeniero agrónomo, en la cúspide de su carrera profesional, sufrió un accidente agrícola; un tractor le cayó encima y perdió sus dos piernas. Pareciera que su vida laboral llegaba a su fin; en la región del Tolima, donde vivía, nadie contrataría a un agrónomo lisiado. Su familia, tamaleros de tradición, lo acogieron y le enseñaron a hacer tamales tolimenses. Lo que parecía ser el final de una vida, Dios lo usó y en pocos años se convirtió en un pujante empresario tamalero con una producción diaria de miles de tamales enviados para toda Colombia.

Muchas veces nos dejamos vencer por las circunstancias y encontramos excusas y explicaciones para aceptar el fracaso y la mediocridad en nuestras vidas. Admitimos que la vida nos ha tratado mal y aceptamos las desventajas que nos hacen quedarnos sentados y conformes con lo que somos o tenemos.

Dios sigue teniendo un plan maravilloso para nuestras vidas, algo grande para que lo hagamos. Puede ser que no nos veamos como los demás, que a veces nos sintamos incapaces de hacer lo que otros hacen, que haya cosas con respecto a nosotros mismos que no nos gusten, pero no podemos permitir que eso nos retenga e impida que alcancemos nuestros sueños.

Sí permanecemos en el Señor y nos mantenemos positivos acerca del futuro, Dios puede convertir nuestras desventajas en ventajas. Partiendo de la premisa cierta que Dios es bueno y su misericordia es para siempre, podemos creer que hay un destino para que lo cumplamos y sin importar cuantas desventajas podamos tener, podemos avanzar, porque nada podrá evitar que lleguemos a ser todo aquello para lo cual Dios nos creó.

Amados amigos: ¡Dejemos de poner excusas! Dejemos de pensar en los fracasos, los desengaños, las injusticias y el dolor que nos causaron. Nuestras peores desventajas no son físicas sino mentales. No podemos esperar que todo sea perfecto y los astros se alineen para perseguir nuestros sueños. ¡Avancemos ahora mismo!

En el verso del epígrafe, le preguntaron a Jesús la razón por la que un hombre había nacido ciego, si la culpa era de él mismo o de sus padres. La respuesta de Jesús nos permite inferir que cuando tenemos un revés o la vida nos golpea duro, no debemos amargarnos ni quedarnos allí; porque somos candidatos para que Dios muestre su favor y su bondad en nosotros.

Cualquiera que sea nuestra desventaja, física, emocional, volitiva, económica o cualquier otra que pueda estar evitando que creamos en nosotros mismos y persigamos nuestro destino, debe ser quitada del camino. Dios sabía todos los problemas que afrontaríamos, las luchas, debilidades y deficiencias. Nosotros no somos una sorpresa para Dios.

Con el cariño de siempre, mi invitación de hoy es a que vivamos sin excusas. Con la frente en alto, el corazón firme y la voluntad recia, disfrutemos lo que sí podemos hacer bien, concentrados en nuestros talentos y habilidades. Sacudámonos de la autocompasión y adoptemos una nueva perspectiva de nosotros mismos. Conscientes de nuestras desventajas y sin ninguna excusa, consideremos que Dios puede usarlas como ventajas.

Si somos fieles, Dios tomará cada desventaja, discapacidad o faltante y lo transformará en una ventaja que traiga gloria a su nombre y realización personal a quien lo hace.

Recordemos: Tenemos todo lo que necesitamos para alcanzar el éxito. Dios es el único que tiene el poder y la autoridad para transformar el agua en vino, la desventaja en ventaja y la adversidad en bendición. ¡Acércate sin excusas! Sin ninguna excusa, un abrazo de cariño.

Por Valerio Mejía Araujo

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