Hoy celebramos el día del Buen Pastor, y se nos brinda una bella oportunidad para agradecer a Dios el haber enviado a nuestras vidas pastores que, participando ministerialmente de la misión de Cristo, nos conducen a las aguas de la vida, y de cuyas manos recibimos el alimento que contiene en sí todo deleite. Es preciso, además, manifestar nuestro aprecio y apoyo a quienes dedican su vida al servicio del pueblo de Dios. Felicidades a todos los buenos pastores, sin distingo de credo ni de ninguna otra índole.
Aprovecho también para recordar una realidad no tan evidente por estos días: los pertenecientes a comunidades religiosas (otra vez sin ningún tipo de distinción), somos ovejas del redil, no borregos conducidos a capricho por quien simplemente quiere aprovecharse económica o psicológicamente de nosotros. Jesús reprocha a los falsos pastores que sólo persiguen ganancias y también deben ser objeto de nuestro reproche aquellos cuya intención principal es satisfacer sus deseos de reconocimiento y alcanzar un status social.
Preguntémonos ¿qué significa ser pastor?, ¿cómo distinguir entre un falso pastor y uno que representa los intereses de Jesús? Ser pastor es ser todo para los demás y nada para sí mismo, es ser tomado de entre los hombres para realizar una misión que supera la capacidad humana; a todos acompaña y escucha, todos encuentran en él consuelo, alivio para sus penas y fuerzas para seguir adelante, más él vive sumergido en una constante soledad que, aunque permeada por la presencia del Señor, no deja de tornarse a veces dolorosa. El pastor es otro Cristo y -como Cristo- también él se encuentra crucificado para que otros tengan vida.
Por otra parte, es preciso anotar que todo aquel que haya sido designado como guía o responsable de otros puede llamarse, con toda justicia, pastor: padres, servidores públicos, maestros, directores, etc. Todos y cada uno de quienes hemos sido puestos al frente hemos de encarnar en nosotros las actitudes del Buen Pastor: humildad, servicio, generosidad, amor constante y desinteresado, fidelidad y paciencia en cantidades industriales. Es oportuno reflexionar, sin ningún tipo de prejuicio, sobre la forma como estamos viviendo nuestro rol de guías, es necesario revisar y si es preciso redirigir nuestras intenciones, y evitar el peligro de que a nuestro nombre se añadan un diminutivo y un adjetivo poco deseables, utilizados para designar a un niño que cuidaba ovejas y que solía mentir.
Seamos agradecidos con Dios y luchemos juntos cada día por ser lo que debemos: buenos hijos, buenos padres, buenos trabajadores, buenos cristianos, buenos sacerdotes, buenos pastores… nada en la vida se consigue sin esfuerzo y la experiencia religiosa no es la excepción.
Post Scriptum: Da tristeza la forma como se han desarrollado las campañas políticas en busca de la presidencia: campañas basadas más en el desprestigio de los oponentes que en la proposición de ideas que mejoren la calidad de vida de los colombianos; guerras mediáticas de todos contra todos y clara persecución del bien particular por encima del bien común. Tal vez, como afirmara una de mis estudiantes, siempre ha sido así y soy yo quien deba equilibrar la fe en la humanidad con una necesaria dosis de misantropía. De todas formas sigo creyendo que podemos ser mejores y sigo agradecido con Dios por los buenos pastores (nuevamente sin ningún tipo de distinción) que he encontrado en mi camino.