Ayer se cumplieron las honras fúnebres de Simón Salas, recordado juglar guajiro que falleció a los 97 años de edad luego de sufrir una isquemia cerebral, según relataron algunos de sus familiares.
De acuerdo con Julio Oñate Martínez, historiador y compositor de la música vallenata, Salas era un hombre con un halo de misterio porque fue un personaje que quedó retratado en uno de los cantos memorables del maestro Rafael Escalona.
Recordó además que luego de vivir un episodio con La Vieja Sara que lo llevó a ausentarse de El Plan donde él vivía, estuvo una temporada en Valledupar, después se fue a vivir a El Copey. Tras esto regresó a la capital del Cesar a una edad avanzada cuando ya había perdido la vista y de aquí su hijo mayor, Amar Salas, se lo llevó para Chimichagua donde permaneció sus últimos años. Después de esto lo trajeron recientemente enfermo por una afección pulmonar y murió aquí con 97 años.
Justamente tras un encuentro que tuvo con Salas, Martínez Oñate le compuso el tema ‘El encuentro con Simón’ que grabaron los Hermanos Zuleta, quienes guardan un lazo familiar con el fallecido compositor.
Por su parte, Miguel Ángel Salas, uno de los 15 hijos que tuvo el difunto, destacó que su progenitor ha sido un personaje en Colombia entera porque fue muy reconocido en muchas partes debido a su trabajo como compositor y acordeonero, lo que le permitió salir adelante. “Para nosotros fue un gran honor, nos dejó una buena herencia porque donde quiera llegamos nos reconocen por su legado”, expresó Miguel Ángel, quien hizo referencia también a que vivía protegido por sus hijos y orgulloso de ellos, así como de sus nietos que aproximadamente son 45.
Con relación al legado musical que hoy deja Simón Salas, otro de sus hijos, Cristóbal Salas Rondón, destacó que grabadas quedaron aproximadamente 14 composiciones, pero la cifra es de aproximadamente 130 canciones. Dentro de las grabadas hubo éxitos como ‘Las malas lenguas’, interpretada por Carlos Lleras Araujo y Alberto Muegues, ‘La negra de Felipe’ interpretada por los Hermanos Zuleta en los años 70, posteriormente por Alfredo Gutiérrez, ‘La Carmeleña’ que también fue interpretada por Carlos Lleras Araújo, ‘Elvirita Armenta’, etc. Y muchas más que están en el archivo, según explicó Salas Rendón.
La importancia del trabajo de este músico del vallenato tradicional ha sido tal, que durante su velación reposaba sobre su ataúd la bandera de la Sociedad de autores y compositores – SAYCO. “Nos sentimos congratulados con Sayco – Acimpro de ver el gesto, la condecoración que le hicieron a mi papá, el homenaje con este símbolo que es la bandera. A nivel familiar es un orgullo y beneplácito”, manifestó su hijo Cristóbal.
A su vez expresó el deseo que tiene a futuro de realizar un proyecto de grabación dentro de lo cual va a aprovechar esta coyuntura para retomar música de su papá, que considera son canciones que viven y vivirán para siempre en el corazón de los amantes de la música vallenata. Esto servirá para hacer un homenaje en su memoria.
En general todos los hijos de este conocido compositor han tenido esa vena artística, aunque no se han dedicado de lleno al oficio musical. “A todos se nos da por ahí cuando estamos tomando trago”, aseguró Andrés Salas, otro de sus hijos.
Por último, rescató Julio Oñate Martínez, Salas encarnó esa figura simbólica del auténtico juglar que componía, cantaba sus propias canciones y con el acordeón las ejecutaba. Explicó que tuvo todos esos matices juglarescos de tener piquerias con su primo Toño Salas, con los otros músicos del entorno y conformó un grupo de músicos notables que estaban ahí en El Plan, La Jagua del Pilar, de donde era oriundo.
“Una figura que tiene un espacio grande, un espacio muy bien ganado y un reconocimiento pues que los músicos que surgieron después de él necesariamente se lo han dado y le seguirán dando las futuras generaciones”, agregó Oñate Martínez.