La primera relación de Simón Bolívar con la parte Baja del río Magdalena ha sido contada a partir de su llegada a Barranca Nueva (que no es Calamar, ni Barranca Vieja) en diciembre de 1812, y su partida, el 21 de este mes, comandando un grupo de soldados pertenecientes al ejército cartagenero para hacerse a la plaza de Tenerife.
También que, contando con el apoyo del gobierno independentista de Mompox, controló militarmente a Guamal, El Banco, Tamalameque y Puerto Real, hoy Gamarra. Campaña que limpió de realistas a partes del Bajo y Medio Magdalena y que cuando la inició en Venezuela fue llamada “admirable”.
Lo que no ha sucedido con la información de que el coronel, antes de la toma a Tenerife, incursionó hacia el norte de Barranca Nueva, río Magdalena abajo, para combatir con los realistas acantonados en Guáimaro, lo que sería el primer triunfo militar que obtuvo a orillas del río Magdalena, y con el que, según Saether, aseguró la comunicación con el interior del país.
Sin embargo, razones geográficas, teniendo como eje a Barranca Nueva, ponen en duda que esa hubiera sido la razón de la toma de esa importante guarnición realista que custodiaba al río como ruta hacia Santa Marta, pues esta se ubica al norte de la primera localidad.
De la incursión de Bolívar al norte del Bajo Magdalena, río Magdalena abajo, no hacen mención escritores como Ernesto Restrepo Tirado, Rafael Porras Troconis, Salvador de Madariaga, Isaac Barrera, David Bushnell, entre otros. Lo hacen Steinar A. Saether (2012) y Fernando Jurado Noboa (1991).
Este último afirma que Bolívar también estuvo en Salamina, donde llegó el 15 de diciembre y permaneció seis días. Tiempo en el que reunió 20 balsas y champanes, con las que quería atacar a Tenerife. Debió ser cuando, según la tradición oral, le cambió el nombre a Punta Gorda, que desde entonces se llamó Salamina.
También lo hace Indalecio Liévano Aguirre (2010), quien narra que Bolívar, después de haber partido de Barranca Nueva al frente de doscientos hombres, rumbo a Tenerife, llegó con su expedición al embarcadero de Salamina, donde las tropas debían terminar su aprovisionamiento y descansar de los ardientes rayos del sol de mediodía. Al día siguiente, al amanecer, junto a sus tropas se alejó por el río Magdalena, en dirección hacia Tenerife. Narración en la que se detalla una inexactitud geográfica al ubicar a Salamina en esta ruta, debido a que está al norte, río abajo, mientras que Tenerife se encuentra al sur, río arriba, de Barranca Nueva.
ANITA LENOIT Y SIMÓN BOLÍVAR
Otro hecho relevante que se cuenta de esta incursión fue el haber conocido en Salamina a la francesa Anita Lenoit, que a sus 17 años vivía en este lugar. De esto cuenta William Ospina (2012), basado en Liévano Aguirre, que la conoció después de llegar a la tienda del pueblo buscando información sobre la tropa realista, donde escuchó de una muchacha hermosa que hablaba un idioma extraño. Más tarde, caminando, entre las chozas del pueblo la encontró en la única casa con jardín enfrente.
Según el escritor Luis Roncallo, Bolívar conquistó a la francesa estando a la espera de realizar una hazaña militar de importancia y mientras preparaba unos desarrapados que habían puesto a su mando en el sitio conocido como Barranca.
La francesa, para Jurado y Saether, también basados en Castro Trespalacios, fue una mujer comprometida con la causa de Bolívar, pese a su corta edad y que, según Liévano, solo hablaba francés. Steinar A. Saether, citando al mismo escritor, menciona una carta que le escribió Lenoit a María Concepción Loperena, en la que le pidió, en el mes de enero de 1831, que se reuniera con Bolívar.
Existen otras informaciones sobre la presencia de Bolívar en El Piñón y Cerro de San Antonio, al norte de Barranca Nueva. Según la historia local, en la primera fue recibido por un grupo de músicos que interpretaban una variedad de instrumentos típicos, y donde se volvería a ver el coronel con la francesa. Mientras que, en la segunda, según Rafael Bermúdez (1994), basado en Juan José Miranda, fue colmado de atenciones, incluyendo un baile en su honor en la casa del capitán Francisco Zúñiga. De esa velada quedó, entre otras historias, la de haber bailado con Matilde Muñoz a quien le regaló un pañuelo. Enamorada de Bolívar, prefirió la soltería en espera de que volviera por ella.
¿BOLÍVAR O LABATUD?
Las acciones militares al norte de Barranca Nueva del francés Peter Labatud, quien era comandante de esta guarnición militar y jefe de operaciones en el río Magdalena, tampoco son mencionadas por alguno de los historiadores o biógrafos de Bolívar. Solo indican el desconocimiento de su mando por el entonces coronel, y las reacciones de este cuando supo que iba, río arriba, combatiendo a los realistas.
Quien menciona su accionar en esta parte del río es el historiador José Restrepo Tirado (1827). En su libro: Historia de la Revolución de la República de Colombia, Tomo 3, relata que el aventurero Labatud apoyado en doscientos milicianos, que en su mayoría eran barranquilleros, atacó y derrotó a los militares realistas de Sitio-nuevo, El Palmar y Sitio Viejo. Después, comandando trescientos hombres, se tomó el puerto importante de Guáimaro junto con el parque militar compuesto por artillería, municiones, bongos armados y una lancha cañonera. Indica, además, que después de estos triunfos atacó a los enemigos de Cerro de San Antonio y de otras posiciones fortificadas o ventajosas que ocupaban los realistas en el Bajo Magdalena.
También lo hace Sergio Elías Ortiz (1971) al indicar que Labatud en los meses de septiembre y octubre de 1812 organizó una forma de queches cañoneros y a principios de noviembre se puso en marcha por el río, y dirigiendo un ataque relámpago, que solo duró el mes de noviembre, y con doscientos milicianos, liquidó la resistencia de los destacamentos españoles anotados por José Restrepo, además de Guáimaro.
Bolívar, que había muerto con ropa prestada y en una cama ajena, desterrado de Colombia, derrotado políticamente, en el mismo siglo XIX comenzó a ser exaltado como un semidiós, lo que hizo parte de un proceso político nacionalista adelantado por parte de la regeneración. Uno de los líderes de esta facción, el presidente Rafael Núñez, elevó a la categoría de fiesta nacional, en 1883, su nacimiento el 24 de julio.
Exaltación que continuó en el siglo XX en Colombia y en los países identificados como bolivarianos, y que incluyó la ubicación de piedras o mojones en los lugares donde estuvo o pasó Bolívar, lo que, junto a la construcción de la imagen de un Libertador estadista, guerrero, humano, enamorado. El entusiasmo que creció en Colombia por la imagen de Simón Bolívar, generó la génesis y desarrollo de una narrativa sobre este personaje, lo que llevó a que, incluso, Labatud fuera reemplazado por Bolívar en algunos sitios en los que el francés estuvo.
Con razón, a Labatud, además de desterrado de Colombia por el presidente Rodríguez Torices, en casi todas las historias se le ha tachado como aventurero, y se ha usado para con él términos duros al juzgar sus acciones militares en favor de la causa de la independencia de Nueva Granada Ortiz (1971). En lo que coincide Eduardo Posada (1925) al señalar: “Habrá borrones de sangre en su hoja de servicio; no será impoluta la memoria que dejará su fugaz campaña…”.
Por Álvaro Rojano Osorio