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Silencio cómplice

Se llamaba Eudaldo Díaz y su pecado fue tomar parte en un Consejo Comunitario. Muy acostumbrado para la época, en el que como alcalde del municipio El Roble, ubicado al occidente del departamento de Sucre, se dio a la tarea de denunciar actos de corrupción, manifestando con micrófono en mano, que primero lo suspendieron, luego lo destituyeron y después acabarían con su vida, como en efecto así ocurrió.

Era un aciago abril del año 2003, cuando en Corozal (Sucre), el presidente de Colombia y el señor Salvador Arana, por aquel entonces gobernador de Sucre, sentados en la mesa principal escucharon atentamente la voz del alcalde Díaz, anunciando su muerte. Este hecho victimizante serviría de preámbulo a otro no menos trascendental ocurrido el 24 de julio de 2004, cuando el jefe paramilitar Salvatore Mancuso se dirige al Congreso de la República en un discurso que procuró, a toda costa, justificar “sus acciones terroristas” en medio del conflicto.

Dos hechos siniestros, que enlutaron la democracia y que nos debe llevar a reflexionar sobre el papel que jugaron los medios tradicionales frente a un anunciado asesinato, y un discurso que declaraba oficialmente “que el fin justifica los medios”. Pero los medios tradicionales de entonces, callaron, o mejor, guardaron un silencio cómplice, porque según ellos: era lo políticamente correcto.

El compromiso de un periodista debe ser siempre con la verdad, la independencia y la responsabilidad social, enseña Javier Darío Restrepo en su obra ‘El zumbido del moscardón’. Las conclusiones   que usted amable lector (a) pueda extraer de las situaciones mencionadas, sean cuales sean, son suyas y deben respetarse así no se esté de acuerdo. 

 Ahora bien, en opinión de quien esto escribe, la prensa hablada y escrita de la época quedó en deuda con la sociedad, pues muchos medios tradicionales optaron por ignorar lo que sucedía y no se atrevieron a denunciarlo, por las razones que fueren.  Suena a sainete el hecho de que muchos de los medios tradicionales que en otrora guardaron silencio cómplice, hoy se rasguen las vestiduras, y se escandalicen por el anuncio del presidente Gustavo Petro, advirtiendo que, si no se aprueba en el Congreso el proyecto de presupuesto para la vigencia 2025, entrará en vigencia por decreto, dizque por ser un “mal mensaje” (¡!) como si eso no estuviera contemplado en el artículo 348 de la Constitución Política. Mal mensaje: el vil asesinato del alcalde Eudaldo Díaz, mal mensaje el de Mancuso al Congreso de la República.

La frase de cierre: “Pero en el caso del periodista, la ética es exactamente la inversa: ni el mejor de los fines justifica la amoralidad, o inmoralidad, de los medios que se empleen”.  Autor: Tomas Eloy Martínez, en el prólogo de la obra: El zumbido del moscardón. Página 8. darioarregoces2308@hotmail.com

Por: Darío Arregocés Baute.

Categories: Columnista
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