El reciente aumento del salario mínimo en Colombia, como en años anteriores, fue paupérrimo y bien se puede y debe comparar como una limosna para la clase trabajadora.
La situación anual se presenta en el país debido especialmente a que los voceros del sector empresarial y el gobierno no aceptan que a mayor poder adquisitivo habrá más demanda y por lo tanto mayor economía de escala, que generará más crecimiento económico.
Así es la situación que existen entonces sobradas razones para que la Central Unitaria de Trabajadores CUT no suscribiera el acuerdo del nuevo salario mínimo que quedó, a partir del mes de enero del próximo año, en $828.116, que representa un aumento del 6%; es decir $46.874, $1.562 diarios. También se acordó un incremento al subsidio de transporte del 10%, es decir $8.821, para un total de $97.032, mensuales.
Ese reajuste del bien llamado salario mínimo, que regirá a partir del mes de enero del próximo año, es enano y como cada año y con justificada razón la clase trabajadora nacional ha aseverado que el llamado salario mínimo mensual para los trabajadores es una modesta propina o ñapa.
Una vez más se demostró fehacientemente que las discusiones y gestiones de los miembros de la comisión tripartita, representan la más absurda y lamentable comedia nacional, en contra de la clase trabajadora de Colombia.
Es con absoluta seguridad que en las dos primeras quincenas del primer mes del próximo año comenzará a reflejarse esta cruel realidad sobre la verdadera situación en la economía laboral; el nuevo incremento salarial mínimo nuevamente será irrisorio y en verdad el reajuste no alcanzará ni para pagar una bolsa de leche diaria.
La referida suma, para el año 2019, no corresponde a los desmesurados incrementos de los servicios públicos, la vivienda, la educación, el transporte, la canasta familiar, el llamado impuesto predial y demás gravámenes del estilo alcabalero que ha sido tradicional en el presente y anteriores gobiernos.
El aumento de solo $46.874, mensuales, $1.562 diarios, para el año laboral 2019 no se compadece con la difícil realidad que viven los asalariados en una nación con los más altos índices de desigualdades económicas y sociales.
Para hacer justicia y llamar a esta situación con el nombre apropiado y no incurrir en errores gramaticales o idiomáticos de ahora en adelante y en forma anual sería muy conveniente que la tan famosa comisión tripartita, (integrada por representantes del Gobierno Nacional, los gremios y los trabajadores), se reúna “para establecer la ñapa o propina mensual de los trabajadores colombianos”.
Si hacemos un balance del aumento del salario mínimo en Colombia, durante los últimos años, se establece plenamente que los mejores se registraron para el año 1997, con el 21.02 %, después está el del año 1995 con el 20,50 % y el del año 1996, del 19,50 %; el menor aumento ocurrió en el año 2010 con el 3,64.
Para los extrabajadores colombianos la situación tampoco es color de rosa y nuevamente se espera la rebaja, del 12 % al 4 %, de la cuota por salud que descuentan a los pensionados; entonces el Presidente Iván Duque Márquez, y el Congreso en pleno ahora serán los encargados de hacer realidad esta trascendental medida.
Y lo peor de todo es que de acuerdo a la situación real de Colombia, en materia económica y social, con apretarse el cinturón no bastará.
Por Jorge Enrique Giraldo