En algunos sectores aún quedan rastros de los incendios que consumieron cientos de frailejones con más de 30 años de vida. En esas partes, el pasto, propio de un páramo, es bajito. En las zonas recuperadas, el pasto llega a la altura de las rodillas. Fueron más de dos semanas bajo el fuego que casi extinguen del territorio especies de árboles nativas.
Por eso, autoridades y privados iniciaron la siembra de frailejones y especies nativas en el Parque Regional de la Serranía del Perijá, para evitar que desaparezcan y salvar una de las fábricas naturales de agua más importantes del departamento.
El pasado fin de semana, hombres del Ejército Nacional iniciaron la siembra de 3.500 frailejones, una planta que crece, en promedio, un centímetro por año, a casi 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
“Dentro del plan de guerra bicentenario, las tropas del Batallón Alta Montaña, en coordinación con la Umata, Cemento Vallenato, vienen realizando la siembra de 3.500 frailejones con el propósito de recuperar los afluentes hídricos golpeados por la siembra ilegal, deforestación e incendios”, señaló el teniente coronel David Fernando de la Hoz, comandante del Batallón Alta Montaña número 7, con sede en la Serranía de Perijá, en el departamento del Cesar.
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Dichas plantas fueron donadas por Cemento Vallenato y Calyman, dos empresas privadas que dentro de un proceso de compensación compraron 28,4 hectáreas con el propósito de preservar el parque. En ese espacio se busca sembrar más de 25.000 árboles de especies nativas, como susi, viraira, entre otros.
El frailejón es clave en la recuperación y preservación de la zona más alta de la serranía de Perijá donde está el páramo y donde a sus alrededores nacen cuatro ríos: el río Chiriamo, el río Majiraimo, el río Manaure y el río Pereira. Estos ríos son la principal fuente de abastecimiento de las comunidades vecinas. Y del futuro de los frailejones depende, también, el futuro de los ríos.
LENTO CRECIMIENTO
Aunque la administración municipal de Manaure pavimentó varios kilómetros de vía, subir al páramo ubicado en la frontera con Venezuela y el departamento de La Guajira aún es un desafío de casi 2 horas en carro superando trochas empinadas, que después de cada lluvia parecen insuperables, más una hora de camino hasta la parte más alta. El paisaje es asombroso a pesar de los daños causados por los incendios y la agricultura, prohibida en esta zona de reserva.
Cabe recordar que con el Acuerdo 021 de 2016 se declararon alrededor de 23.208 hectáreas como Parque Natural Regional Serranía de Perijá. El objetivo fue preservar y restaurar la condición natural de los ecosistemas de la región y permitir la protección del recurso hídrico para las comunidades aledañas a la cuenca del río Cesar.
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En la última década, más que los grupos armados, el principal antagonista de este territorio es la agricultura. La frontera agrícola de Manaure es de 5.666 hectáreas divididas principalmente en siembras de café, plátano, cacao, cebollas y en la crianza de animales, sobre todo la ganadería.
Los enfrentamientos surgieron cuando los agricultores intentaron expandir sus cosechas hasta territorio legalmente excluido, como la zona más alta del Perijá.
Además de proteger el territorio, el propósito es fortalecer actividades como el avistamiento de aves y el senderismo en el parque regional, experiencias proyectadas en la segunda fase de preservación de las hectáreas que compraron las empresas privadas.
“La diversidad de fauna y flora es amplia en esta región. Tenemos el chamicero del Perijá, un ave endémica del parque regional. Además está el peripeletea perinaense, también endémica”, señaló Carlos Ortega, representante de Ecoapat, la empresa de la parte operativa.
Por: Deivis Caro