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Sí somos el cambio

La embestida mediática que poco a poco ha ido construyendo un imaginario colectivo contra el gobierno Petro, ahora repotenciada en las bien ganadas críticas por el aberrante escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres-UNGRD, me recordó una frase atribuida a Ernesto ‘El Che’ Guevara, en lo que tiene que ver con la fortaleza de nuestra ideología política.

“Las revoluciones no las hacen los líderes, las revoluciones las hacen los pueblos, porque solo el pueblo puede salvar al pueblo de la tiranía de unos pocos”. Quiere decir que nuestro ideario progresista continúa, aún con mercachifles que llegan a los cargos a llenar sus bolsillos, a costa de la esperanza de las bases populares. 

Más cuando nuestro presidente, Gustavo Petro Urrego, en una inédita demostración de grandeza pidió perdón al pueblo colombiano, en teoría representado por senadores y representantes a la Cámara. Señaló Petro que la corrupción es la autodestrucción del pueblo, la cual no tiene banderas ideológicas ni políticas, sino que simplemente es un tributo a la codicia, causa inequívoca de la nueva violencia en nuestro país.

Así como también lo es la desigualdad y la exclusión social, en cuyas prácticas empieza a morir la democracia. Invitó al Congreso a legislar para no excluir a los más excluidos, para que la inversión pública construya igualdad en la sociedad más desigual del mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico-OCDE.

Claramente dijo que la Paz no es la conversación entre grupos al margen de la ley, “si no se resuelve el problema de la pobreza y la exclusión, hablar de Paz deja de ser un discurso para convertirse en retórica sin sentido, en ‘carreta’. Si un gobierno hace crecer la pobreza y desigualdad social no puede ser calificado de buen gobierno, lo demás es solo publirreportajes de la prensa prepago.

Mencionó unos datos positivos de su gestión, los cuales podrían servir para crear confianza en los que aún con resultados, se niegan a creer que, transformando obsoletos modelos económicos, sí podemos ofrecer bienestar a todos y no solo a los pocos de siempre. Por ejemplo, la agricultura creció en un 9 %, controlando el crecimiento del precio de los alimentos, lo que hizo reducir en 10 % la cantidad de pobres en el campo.

En turismo resaltó que el año pasado llegaron al país 6 millones de turistas extranjeros, dato que ha aumentado en 7,3 % este año, convirtiendo al turismo en el segundo renglón económico y potencial reemplazo de las divisas que dejaremos de percibir por explotación del carbón y del petróleo, que es pesado y van a ser los primeros en salir del mercado mundial. 

Propuso un gran acuerdo político nacional, con exclusivo sentido de Paz, democracia y justicia social; un acuerdo que libere los recursos de la educación pública y democratice la propiedad de la tierra en una verdadera reforma agraria, para que las 184.000 hectáreas entregadas lleguen a tres millones y anualmente podamos seguir rescatando de la pobreza monetaria a los 1.600.000 colombianos y a los 1.120.000 nacionales de la pobreza extrema. Una nación de desiguales no es una nación. Fuerte abrazo.

Por ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN

amaraujo3@hotmail.com

@antoniomariaA

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