Llegó diciembre pero lo queremos sin quemados. No quememos el futuro de los niños, no le propiciemos el peor día de sus vidas. Es mejor un llanto pasajero que una tragedia larga; es una fiesta, no su atropello; nuestros hijos nunca nos perdonarán el no haberle evitado momentos fatales; sus desfiguraciones físicas no cicatrizan en el alma. Esas frases persuasivas y mil más son pocas, si con ellas algunos niños se salvan de ser quemados con pólvora. Por ellos, porque jamás han sido suficientes las advertencias, les pedimos otra vez a los padres y adultos la máxima prudencia posible con la infancia en estas festividades que se avecinan. Los niños inocentes, como los adolescentes desbocados, no miden la funesta consecuencia que puede tener un descuido. Para ello, las autoridades y adultos tienen la última palabra. Y, sobre todo, la responsabilidad.
Y como estamos en diciembre sería bueno manejar algunos temas importantes: la inseguridad, la pólvora, tema que acabo de tratar, un plan de seguridad vial, sobre las bebidas alcohólicas, sobre las luminarias navideñas, que este año por lo que veo serán muy pobres, igual hay que manejar el tema de los vendedores ambulantes, su ubicación y también el cierre de algunas vías en el centro de la ciudad.
Y como es mi costumbre, tocaré otros temitas: el siete, lunes en la noche, se encendieron las luces navideñas y, con ella, el espíritu que debe acompañar estos festejos.
Es decir, un ánimo de alegría y un sano desquite de los sinsabores del año. Que por cierto fueron muchos. La noche de las velitas es, cada vez más una de las fiestas claves de diciembre, marcó el espíritu de paz y templanza que resulta deseable para el resto de la temporada. Ojalá sin tragos.
No está por demás en esta época hacerle un llamado en especial a los mototaxistas, la irresponsabilidad como conducen, con sobrecupos, sin casco, ebrios, irrespetando los semáforos en rojo, y es que no respetan nada. Los he visto volándose las escuadras y todos los días El Pilón saca noticias de accidentes y muertos, es el triste resultado de la imprudencia como manejan estos señores, especialmente del ningún respeto para conducir.
¿Hasta cuándo, señores de la administración municipal van a desmontar las porquerías de los bolardos y bastones de la carrera 9ª y calle 17? Esto ha sido un desastre total, en estas ciclorutas no se ve una sola cicla transitando por ellas, ha servido para trastornar la movilidad y joder el comercio y lo están aprovechando los vendedores ambulantes, las motos y los peatones. Hasta cuándo, señores del tránsito, se van a hacer de los oídos sordos. Entiendan: No sirven para nada las ciclorrutas, no sean tercos.