El momento del país es coyuntural y cada colombiano tiene la responsabilidad de tomar una decisión sobre el plebiscito que se avecina, por las implicaciones que ha marcado el prolongado conflicto con las Farc. Se me ha tildado de Uribista, derechista y hasta de izquierdista, porque no me caso con ninguna ideología, menos extremista o fanática; la obligación de un generador de opinión es no arrinconarse en una corriente, ni hacer promoción de políticos ni de nadie, solo valorar, denunciar, criticar contractivamente e intentar análisis, lo más ponderados posibles, de los temas que maneja para ilustrar a la sociedad.
Por ende, esta decisión merece una reflexión profunda para no ser inferior a la historia: ya descarté la opción del no, nada aporta a la realidad del país y no quiero sentirme responsable de más muertos. ¿Por qué el sí? Porque se desarmarían no sé cuántos combatientes, 7000, 5000 o los que sean, sería un gran avance en el fin del derramamiento de sangre, aunque existan otros agentes generadores de violencia que impiden que haya paz verdadera; también, sería el camino para, por fin, realizar profundas transformaciones de orden social en un país, dominado por las elites; asimismo llegará una cascada de recursos de orden internacional que pueden convertirse en proyectos viables y el presupuesto, podría ser enfocado en temas sociales y no militares, ojalá no se los trague la corrupción; además porque nunca he dejado que otros decidan por mí.
¿Por qué abstenerme? Por la manera como se ha manejado el proceso, sin ningún tipo de límites éticos ni morales; un continuo gana gana en la mesa; Santos buscando réditos políticos y personales, utilizando atajos, como bajar umbrales, valiéndose de un congreso enmermelado, amenazando con guerra urbana, sacrificando la justicia para aceptar las atrocidades de las Farc que lograron sus objetivos: impunidad y elegibilidad, después de tantos crímenes de lesa humanidad y, de ñapa, siguen desafiantes y cínicos; también me abstendría porque el gobierno ha satanizado a cualquiera que se haya atrevido a hacer críticas y nos tilda de enemigos de la paz, una irresponsabilidad que genera apatía; además, porque las Farc siguen armadas y eso intimida.
Existen preocupaciones latentes con las Farc ¿Y si todo es un nuevo engaño y dejan gente en el monte guardando el dinero para llegar al poder? En fin, a veces pienso que un presidente con criterio no se habría dejado llevar por un hermano como Enrique Santos, que es el cerebro de todo esto, y tampoco habría cedido tanto; pero no se habría llegado al punto en que estamos hoy, firmar un acuerdo, aunque sea con poca verdad, menos reparación y mínima justicia, hay un resultado y solo el tiempo dirá si fue conveniente para el país. Por ahora, toca tomar la decisión, difícil, pero es ineludible, faltan varios meses para la elección proyectada en septiembre, seguiré escuchando opiniones como la Humberto De la Calle, quien este viernes llega a Valledupar, para seguir formando ese voto que será importante, por primera vez no votaré por un político y eso también me seduce, para limpiar un poco tantos votos que he perdido, creyendo farsas de personas que han sido inferiores a sus responsabilidades, más adelante y con anticipación, en esta columna, revelaré la opción que tomé.