X

Sí no preguntan cómo nacer, deben preguntar cómo morir

Con el pasar de los años y las vivencias que uno experimenta en el espinoso camino de la vida, he podido llegar a la conclusión que detrás de cada ser humano siempre hay un drama, en el cual la angustia, el desespero, el dolor, el sufrimiento y la tristeza se apoderan de la vida de cualquier persona como consecuencia de diversos problemas, unos de tipo social, otros de índole familiar, religioso, cultural, etc., siendo el más caótico aquel generado por la enfermedad irreversible e incurable al decir de las ciencias médicas; un drama que lleva al desespero y a una constante agonía tanto para el que la padece, como para los familiares de este.

Pero así es la vida que nos tocó vivir, a nuestros inicios disfrutamos del encanto e inocencia de la infancia, de la emoción de la adolescencia y del esplendor de la juventud así sea en el seno de la familia más humilde; luego nos hacemos adultos y guiados por nuestra propia voluntad alcanzamos a ser libres, autónomos, independientes, en otras palabras, decidimos el estilo de nuestras propias vidas sin preguntárselo a nadie; ahora me pregunto, sí todo esto lo podemos decidir y ni siquiera nos preguntaron cómo nacer, ¿porque entonces no podemos decidir cómo morir?, como fue la voluntad de Ovidio González, el papá del caricaturista Matador, quien luego de padecer un cáncer terminal en la boca decidió someterse al procedimiento de la eutanasia, autorizada por la Corte Constitucional mediante Sentencia T- 970/14 y reglamentada por el Ministerio de Salud a través de la Resolución 1216 de 2015. Vale decir, este señor decidió someterse a lo que se conoce como una buena muerte, que según la literatura científica significa “buen morir”; porque desafortunadamente también existe la mala muerte o cacotanasia que significa “mal morir”, que es aquel intento fallido de prolongación de la vida en pacientes terminales, que llevaron entre otras cosas a que en nuestro país se expidiera la Ley 1733 de 2014 conocida como la Ley Consuelo Devis Saavedra, que permite limitar el esfuerzo terapéutico cuando hay imposibilidad de recuperación del paciente.

Pienso que lejos de cualquier discusión moralista o jurídica que se pueda dar sobre este tema y además de la certeza que tenemos los seres humanos de la cita con la parca, debemos procurar que los seres humanos seamos tratados con respeto, con dignidad, con amor, pues aceptar otro tipo de vida que no nos gusta y la que no queremos iría en contra del principio de la dignidad humana.

Creería que ningún paciente terminal está en la obligación de aceptar cualquier extensión de su vida que pretendan imponerle terceras personas; por el contrario son esas terceras personas las que deben reconocer al paciente su voluntad como elemento de juicio final para determinar si esa vida en tales condiciones vale la pena vivirla o no. Finalmente debo decir, que mis convicciones religiosas no me permitirían decidir el tipo de muerte que quiero, pero no tengo argumentos para oponerme ni cuestionar a quien decida ponerle fin a su vida a través de la eutanasia ante el padecimiento de una enfermedad terminal.

Categories: Columnista
Carlos Guillermo Ramirez: