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Si los políticos incumplen vamos para el despeñadero en Valledupar

Cerradas las elecciones regionales del 29 de octubre, queda ahora que los elegidos no se alejen de sus electores y por el contrario les den la cara no solo a sus copartidarios sino a todos los que participaron en el evento electoral, los ganadores y perdedores deberán tener la misma importancia para que se cumpla la plena democracia. 

Los teléfonos de cada uno de los elegidos deben estar libres, receptivos y atentos para los electores victoriosos y derrotados, al fin y al cabo, la lucha por cumplir lo prometido deberá estar por encima de cualquier triunfo o pérdida. Dejen a un lado las arrogancias y rivalidades. 

Con una abstención que ronda el 40 % en el país, el Cesar y sus municipios no son inferiores a esa información de la Registraduría. De los 889.247 ciudadanos dispuestos para votar en el Cesar, solo el 63% acudió a las urnas. Una abstención muy alta. 

Incluso el abstencionismo se muestra creciente en varios municipios del Cesar como Valledupar cuya abstención superó el 42% y esto le hace mucho daño a la democracia porque se cumple el sofisma que entre menos votantes menos votos para salir elegido, cuando la plenitud de la democracia dice que la abstención es el peor fenómeno nocivo para la democracia.  

Lo otro fue lo ocurrido con el voto en blanco como ganador en Gamarra. Se da un campanazo de alerta a la clase política para que corrija su proceder proselitista y convoca a los partidos y dirigentes a rediseñar sus propuestas y candidatos.

Esa obsolescencia en la que han caído algunos políticos de la región en sus municipios es grave, grave porque han venido engañando cada 4 años a sus electores y seguramente deben corregir en este nuevo cuatrienio. 

Así como los partidos políticos, en Colombia, han perdido su norte, están los políticos y la clase dirigente, porque han delimitado su campo de alcance a la capacidad de análisis y discernimiento para tratar a sus electores. Vemos como en el pasado reciente que hay alcaldes y concejales que se hacen elegir en sus pueblos y viven con sus familias en Valledupar. 

Contrario a lo que cree el colombiano medio, seguimos viviendo en la patria boba. Como diría Ospina en su ensayo, no hay unidad de criterio ni siquiera como comunidad.

La confrontación política terminó el 29 de octubre y ya es menester que los electos salgan a sus comunidades a ratificar que van a cumplir, que los derrotados se conviertan en vigilantes de la cosa pública y quienes entran a ejercer oposición que no se “vendan”.

La gobernadora electa Elvia Milena Sanjuán tendrá que apelar a una buena gestión pluralista, ecuánime y política para fortalecer la democracia y ejecutar su programa de acuerdo con su estilo, pero en beneficio de la gente, como diría su eslogan “El Cesar en marcha”, pero en conjunto, pensando en sus adeptos y sus contradictores porque seguramente entre sus adversarios también conseguirá aportes para el bien de la ciudadanía. Ya elegida le quedan 4 años para reivindicar el apoyo de todos los cesarenses, pero obrando en plural e independencia.   

También le queda al alcalde Ernesto Orozco, con ese estruendoso triunfo, hacer de Valledupar otra ciudad, porque Mello Castro junto con ‘Tuto’ Huía, prácticamente acabaron con esto.

Tiene a su haber toda la clase política y no podrá ser inferior a su reto, Ernesto creó su propia sentencia y tendrá que cumplirla si quiere aparecer como el político y hacedor del nuevo Valledupar, que sea un gobernante distinto y capaz para arreglar esto, porque, así como vamos, vamos para el despeñadero.  Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta.

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