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Si le gusta deja que lo haga

Mi papá ya no es el mismo. Dentro de poco pasaremos la segunda navidad desde la muerte de mi mamá. La última noche que estuvieron bien, sanos, hace ya casi dos años, bromeaban sobre los sobresaltos vividos por la chifladura de ambos, como novios jugando a ver quién quiere más al otro; y ella, que siempre se jactaba de su orgullo, se carcajeaba como gozando por el fruto de los contratiempos superados juntos, celebrando la vida. Él, que siempre más bien poco meloso aunque muy dulce, también se reía recordando y exagerando a propósito las anécdotas a su favor, para hacerla reír más a ella que ya no podía ni disentir muy bien.
Una antigua novia, novia de la universidad pero siempre pendiente de mi viejo, al enterarse de que había sufrido un accidente, de inmediato se apresuró a enviarle una postal con la novena del Señor de los milagros; directamente desde Estados Unidos. Photos, please don’t bend- decía el sobre importado desde Buga hasta USA y luego de regreso a Colombia, hasta Villanueva. Estuvo pendiente de él cuando se enteró del fallecimiento de mi mamá y cada tanto no dejaba de enviarle saluditos por Facebook o celular. Entonces mi papá rezaba la novena sagradamente cada noche antes de dormirse; eran rezos ininteligibles que retumbaban como ruidos guturales en una sala vacía, rezos que despertaban emociones que se debatían entre la tristeza y el dolor, la desesperanza y el miedo.
Porque ya mi papá no es el mismo. Le da pánico dormir con la luz apagada, él que se iba a cazar en noches de luna llena a La Jagua del Pedregal. Y sus terapias, físicas y de lenguaje, cada vez le producen más tedio; a pesar de los avances contra las secuelas que dejó su mal que gracias a este tratamiento ha alcanzado. Prefiere irse al sanalejo a esculcar recuerdos entre los baúles. Es más, últimamente hasta sus rezos están cada vez más distanciados el uno del otro, no por falta de fe sino por la dejadez que tanto le criticaba mi mamá. Ya no se esparcen espesas por entre las ranuras de puertas y ventanas como humo de cannabis sus plegarias, ni retumban como ecos doloridos las interminables oraciones que hacían que los pesares se impregnaran hasta en las paredes del patio.
Hace poco, su enfermera le preguntó que si él no sabía que ella lo quería mucho. Él no más la miró, soltó una risita burlona y luego miró a otra parte. No porque despreciara la muestra de aprecio de la muchacha sino porque desde siempre- y más en su condición actual- ha sido escéptico sobre el cariño profesado de manera literal; aunque se suponga que en sus condiciones un hombre no pueda aspirar sino al afecto compasivo de sus cuidadores, no es capaz de conformarse con tan poco.
En el cielo estrellado de Villanueva los astros se conjugan formando figuras producidas por la ilusión. Una de ellas parece una mujer sentada; nada de raro que sea un nuevo universo propagándose, una Vía Láctea vecina explotando, amor en expansión.

Jarol_Ferreira: