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Sí, el crecimiento importa

Nos lo recordó el vallenato Jaime Bonet, director del Centro de Estudios Regionales del Banco de La República, en su columna de ayer en el diario El Universal de Cartagena. Por considerarlo de interés y claridad lo damos a conocer, dada la descomunal caída en el PIB del Cesar y La Guajira, dos de los departamentos más pobres y desiguales de Colombia para el año 2020, por la baja producción minera, más la pandemia, como nos lo recordó el economista Fernando Herrera en la presentación del libro ‘El Cesar: Diversificación productiva para el post-carbón’: “En estos días muchas personas exigen una mayor igualdad en el país, una solicitud que, sin lugar a duda, tiene toda la validez en uno de los países más desiguales del mundo. Sin embargo, hay otra variable que se olvida: el crecimiento. Entiendo que muchos puedan sentir que los avances en la economía no llegan a los más necesitados, pero nuestra historia reciente muestra que fue precisamente en periodos de mayor auge económico cuando se redujo la desigualdad y la pobreza. Esto recuerda que el crecimiento importa.

Colombia experimentó un descenso en la desigualdad en el ingreso en la segunda década de este siglo. El índice Gini para el ingreso total se redujo de 0,56 a 0,51 entre 2010 y 2017, mientras que el porcentaje de personas en condiciones de pobreza monetaria cayó de 40,8% a 34,7% entre 2012 y 2018. Estas caídas en pobreza y desigualdad surgen de los aumentos en los ingresos de los hogares, los cuales tuvieron un incremento real de más del 12,3%.

El aumento en los ingresos está asociado al período de crecimiento económico que experimentó el país en el periodo 2010-2014, cuando la tasa de crecimiento promedio real anual fue del 5,0%. En los años posteriores de la década, la tasa bajó al 2,4% promedio anual y, en consecuencia, se observó un estancamiento en los ingresos de los hogares y un aumento en la desigualdad y la pobreza.

Las mejoras en la desigualdad se debieron en gran parte al aumento de los ingresos de las personas en la parte baja de la distribución y, en particular, de sus salarios. Al revisar los ingresos reportados en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Dane, se observa que los dos grupos con más bajos ingresos experimentaron un aumento en sus salarios de 15,7% y 16,9%, respectivamente, mientras que la variación en el grupo con mayores ingresos fue -0,4%.

Estos avances han sido insuficientes y Colombia continúa siendo uno de los países con peor distribución del ingreso en el mundo. Además, la llegada de la pandemia del COVID-19 llevó a un aumento en la pobreza y desigualdad en 2020. Aunque la contracción en los ingresos per-cápita afectó a hogares de todos los niveles de ingresos, la caída fue más pronunciada en aquellos en la parte baja de la distribución.

Se pueden implementar estrategias para avanzar en reducir la desigualad. Sin embargo, sin lograr mayores tasas de crecimiento, probablemente se alcanzaría una igualdad con un menor producto. Por lo tanto, no debe olvidarse que el crecimiento importa a la hora de reducir la pobreza y la desigualdad. Retomar nuevamente una senda de crecimiento económico también debe ser prioritario”.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: