Por Imelda Daza Cotes
Conmovedor, descarnado, a veces perturbador, pero oportuno, el Informe “Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad”, del Centro Nacional de Memoria Histórica, elaborado por encargo del gobierno. En esta ocasión no es una ONG defensora de Derechos Humanos la que una vez más grita, sin ser escuchada, los horrores de una guerra que desangra las entrañas del país. Esta vez las verdades son descritas por un grupo de investigadores a quienes el gobierno ha encomendado la tarea de contarnos los hechos comprobables sobre esa violencia que ha alterado la esencia humana de los colombianos, ha trastocado nuestros valores esenciales y ha causado tanto dolor. Es un informe que debe ser leido masivamente. No podemos seguir ciegos ante verdades que nos afectan a todos. Hay que conocer la historia a ver si dejamos de repetirla.
El análisis abarca el período 1958-2012. Los datos sobre las distintas modalidades de violencia son escalofriantes pero, como todas las cifras, son relativos; por eso decir que ocurrieron 220.000 homicidios puede no ser lo más conmovedor, pero sí resulta desgarrador conocer la sevicia desplegada por los victimarios contra sus víctimas y la habilidad con que invisibilizaron sus crímenes para que el común de los ciudadanos urbanos no se percatara siquiera de lo ocurrido, de ahí que la tragedia padecida por tantos compatriotas le es ajena a muchos, es como si todo sucediera en esa otra Colombia con la cual no hay muchos nexos. La indiferencia, la insensibilidad, la indolencia y la insolidaridad de las mayorías no sólo ha sido cómplice con los verdugos sino cruel para las víctimas que han vivido los dramas en soledad y en total anonimato. Al país urbano le ha importado poco la tragedia del país rural y eso ocurre en un país que se ufana de su cristiandad y de su capacidad para ser feliz.
Algunas cifras acerca de los autores de hechos violentos sorprenden porque contrarían lo que regularmente han informado los medios de comunicación. Entre 1980-2012 ocurrieron 1.982 masacres; 58.9% las perpetraron paramilitares, 17.3% las guerrillas, 7.9% la Fuerza Pública, involucrados además en otras 20 masacres conjuntamente con paramilitares y 14.8% no tienen autores identificados.
El informe concluye:” Esto significa que, aproximadamente, por cada masacre que perpetraron los grupos guerrilleros, los paramilitares efectuaron tres”.
Esperemos que este crudo informe ilustre a la ciudadanía, convoque a la reflexión, genere un ambiente más favorable al proceso de paz y despierte sentimientos de fraternidad y solidaridad que pongan fin a tanta violencia y hagan posible la convivencia en medio de las diferencias. Basta de violencia!!