Cuando los primeros anuncios de reforma agraria generaron una oleada de invasiones, a la que respondimos, como hoy, con un ejercicio pacífico que llamamos “Brigadas Ganaderas Solidarias”, el senador Iván Cepeda, presidente de la Comisión de Paz del Senado, me contactó para proponerme construir un gran acuerdo con el Gobierno, que facilitara la compra de tierras para la Reforma Rural Integral.
Y así fue; trabajamos un proyecto que fue aceptado y terminamos firmando. Un mes después, como consecuencia de lo anterior, acepté la pública invitación del presidente Petro en el Congreso Nacional de Ganaderos, a hacer parte de los diálogos con el ELN.
¿Por qué lo hice? Tenía claro, primero, que la reforma agraria se haría SIN nosotros o incluso CONTRA nosotros; y segundo, que teníamos con el Gobierno puntos de encuentro y, por tanto, era mejor una reforma agraria “CON nosotros”, a partir de “lo que nos une”.
¿Qué nos une a los ganaderos con el Gobierno? Primero: que la paz pasa por la recuperación del campo. Segundo: que Colombia puede convertirse en potencia agroalimentaria; y tercero: que el campesino tiene derecho a la tierra, pero que un título de propiedad no lo saca de la pobreza, sin las condiciones y bienes públicos que hacen a la tierra productiva y un proyecto de vida digno; y entonces volvemos a la recuperación del campo.
Hoy, a partir de su claridad sobre la política de paz del Gobierno y su papel en la Comisión de Paz, el senador Cepeda, otra vez, mete baza en el ambiente enrarecido que generaron los proyectos de decreto del Ministerio de Agricultura, en los que, primero, se convierte en “administrativa “la extinción de dominio sobre la tierra, y segundo, se “llama a la movilización campesina”.
Un político avezado, como el senador Cepeda, no dudó de la capacidad de generación de conflictos de los decretos para la Reforma Rural Integral y para la paz. De ahí su iniciativa de llevar la Comisión de Paz del Congreso al Ministerio de Agricultura, para abrir allí un espacio de diálogo con participación de Fedegán.
Valioso el alcance acordado en esa primera reunión al papel de la Comisión, no solo como garante, sino como participante activo, como bien lo planteó la senadora Paloma Valencia, para la concertación de los decretos y el seguimiento al acuerdo.
Además de las convicciones compartidas, hoy tenemos voluntad política y un acuerdo funcionando, con ofertas superiores al millón y medio de hectáreas y más de 700 mil viables para compra, como lo informó el director de la Agencia Nacional de Tierras en la reunión. Como nunca, hay tierras para comprar y recursos para comprarlas.
En este escenario, el acompañamiento de la Comisión de Paz del Senado le da al Acuerdo de Tierras una connotación de Estado, apunta a la unión de propósitos y es un mensaje positivo para el país.
De mi parte, el mensaje seguirá siendo: Si nos une un objetivo común…, ¡Hagámoslo!
Por José Félix Lafaurie Rivera.