El municipio de Chimichagua está de luto y conmovido por la muerte del concejal Carlos Amaris, quien falleció el pasado sábado 10 de agosto en la Clínica General del Norte de Barranquilla. Tras una semana presentando fuertes dolores, los médicos le declararon muerte cerebral al joven concejal de 29 años. En la familia, el desconsuelo es grande. Además de su juventud y sueños por vivir, aseguran que Carlos Amaris murió por negligencia médica.
El año pasado, Carlos terminó las materias de la carrera Zootecnia en la Universidad Francisco de Paula Santander de Ocaña. Solo faltaba la monografía para recibir el título, pero había aplazado ese proceso porque en el 2023 la familia acordó llevarlo al Concejo. Era su primera aspiración y ganó la curul.
Mientras trabajaba en un proyecto con la Alcaldía, el pasado miércoles 31 de julio, Carlos Amaris empezó a sufrir dolores en su cuerpo, con mayor fuerza en los oídos. “Encontré a Carlos en la casa de mi mamá tirado en el cuarto. Eran las seis de la tarde. Había vomitado, tenía dolor de cabeza. Me dijo: ‘Siento que me voy a caer cuando camino’”, relató Daniel Montero, hermano del concejal.
Juntos se trasladaron en moto hasta el Hospital Inmaculada Concepción de Chimichagua. Sería la primera visita de las cuatro que haría el concejal antes de morir. “Llegamos en el cambio de turno y esperamos una hora. Primera falla. En ningún momento la enfermera le realizó un triage. Lo hizo el vigilante. Le dije que venía mal, con vómito, dolor de cabeza, estaba desequilibrado y se caía cuando caminaba”, agrega Daniel.
Por el estado de su hermano, le pidió a dos pacientes que habían llegado primero que le cedieran el turno. Ambos aceptaron y Carlos Amarís fue ingresado a la sala de urgencia. “Mientras estuve en la sala de urgencia, la doctora no se acercó a revisarlo ni a medirle los signos vitales. Ingresamos a enfermería para el lavado en el oído, y la suegra de él empezó a pedir que lo remitieran porque estaba mal. Pero la médica le decía que eso no daba para remisión”, comentó.
Carlos salió del hospital la madrugada del jueves primero de agosto. Como estaba trasnochado, explicaron sus familiares, no fue a la cita médica que tenía programada para ese día. Los dolores se habían calmado.
SEGUNDA VISITA
Ese jueves primero de agosto pudo realizar sus actividades con normalidad, pero en la noche tuvo que volver al hospital. Siguiendo el testimonio de los familiares, la médica que lo atendió le dijo que ella no revisaba oídos y le formuló unos medicamentos.
Los días viernes y sábado, el concejal trabajó con normalidad mientras se tomaba los medicamentos. Pero el sábado en la noche ingresaría al hospital por tercera vez porque en medio del cumpleaños del presidente del Concejo de Chimichagua, Carlos volvió a sentir que perdía el conocimiento por los fuertes dolores.
La médica, cuenta su hermano, cuestionó por qué le hicieron lavado de oído y le recomendaron gotas si él tenía una inflamación. Por eso, le recomendó antibióticos. “Nosotros siempre insistimos en que lo trasladaran”, cuentan sus familiares.
ÚLTIMA IDA AL HOSPITAL
Los antibióticos aliviaron el dolor y el concejal pasó con tranquilidad el domingo 4 de agosto. Incluso pudo ir a sesionar al Concejo el lunes en la mañana. Sobre las 2 de la tarde de aquel lunes 5 de agosto, a petición de la familia, un médico cercano accedió a atenderlo. Tras la revisión de sus signos vitales le dijo que tenía la tensión alta y debía ser remitido.
Con el papel que le dio el médico, pasadas las 2:40 de la tarde llegaron a la sala de urgencia del Hospital de Chimichagua. Cuentan sus familiares que mientras esperaban, Carlos le rogaba a su suegra que no lo dejara morir. “Mi papá fue a buscar al médico para que lo atendieran. El médico le dijo que compraran un recolector de orina para hacerle un urocultivo. Cuando estaban en el baño haciendo la muestra, él se desplomó. La novia de Carlos empezó a gritar”, cuenta su hermano.
Carlos se agravó y los familiares no saben si empezó a convulsionar o estaba sufriendo un paro respiratorio. En medio del desespero gritaban que los trasladaran. “En ningún momento le pusieron oxígeno. Al parecer la bala que había no tenía oxígeno”, cuenta su hermano.
Sobre las 5:30 de la tarde del mismo lunes, Carlos fue trasladado a la Clínica Prevención y Salud de El Banco, Magdalena. Quienes lo acompañaron aseguran que llegó con la cara y los pies morados por los problemas respiratorios. En El Banco lo reanimaron.
“La médico internista que estaba en UCI en la Clínica Prevención y Salud nos dijo que si a él lo hubieran trasladado a tiempo, ellos lo hubieran alcanzado a tratar con los antibióticos pertinentes”, cuenta su hermano.
Los profesionales de la salud decidieron sedarlo durante durante 48 horas. Al no tener la respuesta esperada, la madrugada del sábado 10 de agosto fue trasladado a la Clínica General del Norte de Barranquilla.
A las dos de la tarde llamaron a su padre para decirle que Carlos Eduardo Amaris tenía muerte cerebral. Pasadas las siete de la noche, confirmaron su muerte. “Si a mi hermano lo trasladan el miércoles estaría vivo. En el hospital de Chimichagua no había oxígeno y luego cuando lo trasladaron no había oxígeno en la ambulancia. Lo que pasó con Carlos es algo terrible, culpa de la prepotencia de los médicos y la negligencia de la administración del hospital, el cual no contaba con los recursos básicos para salvar la vida de mi hermano”, finalizó Carlos.
El pasado lunes 12 de agosto, el pueblo se movilizó para darle el último adiós al joven concejal de 29 años, al parecer, una víctima más de las falencias del sistema de salud.
Por Deivis Caro