Cada día que pasa, es un día menos de vida, cada día que pasa es un día más de vida, esa es una verdad axiomática e inexorable.
En los años de niñez no se piensa en nada, de jóvenes ya pensamos en algo, pero nada grave, en la madurez ya comenzamos a ver los peligros y en la ancianidad cualquier dolor de cabeza es un tumor maligno, una fiebrecita es Covid, una gripa tuberculosis, una diarrea cáncer digestivo, porque el cáncer nos los imaginamos en todas partes, especialmente los que hemos sido operados de esa terrible enfermedad, que más tarde que temprano termina venciendo la vida e imponiendo la parca, pero que detectado a tiempo se le da su tatequieto por un largo rato.
Por eso es tan importante hacerse las mamografías, resonancias, Pets y cuanta vaina hay a tiempo, pues estos estudios lo detectan por muy pequeño que sea y además practicarse el antígeno prostático periódicamente, pues si este se eleva más de lo normal, algo hay, como acertadamente lo sostiene el eminente y famoso urólogo villanuevero Fabián Daza Almendrales, por quien en el próximo 19 me caen 84, pues él con sus acertados diagnósticos ha impedido que esa terrible enfermedad me liquide, en compañía de esa lumbrera de la medicina interna el doctor Marcelo Calderón Rodríguez, quien en unión de otros grandes como Arnoldo Suárez e Iván Arenas, me mantienen aparentemente al pelo, con lucidez y facultades para jugar dominó y billar, manejar, comer de todo, bailar y no beber y dormir no muy bien, pero sí regular, por lo menos 6 horas que es más que suficiente para una persona de mi edad, además leo bastante sin gafas y veo televisión, especialmente a los campeones mundiales de billar a 3 bandas, donde los vietnamitas muy jóvenes barren con los viejos belgas, estadounidenses, españoles, turcos y colombianos.
Y hablando del billar, veo como día a día la modalidad de 3 bandas y libre se está desapareciendo y se incrementa la buchacara. Fallecieron dos grandes exponentes, mi hermano adorado y todos los días recordado por sus amigos Rolando Aponte y Poncho Calderón leyenda de ese juego, ellos eran clientes asiduos de la Academia El Mundial y acaban de fallecer mis compañeros y hermanos del Club Valledupar, los doctores Franco Solano, quien se llevó el título de campeón y Orlando Torres Sánchez, no muy buen jugador pero quien tuvo dos hazañas en su historia: una serie de 9 y ganarme a mí que era el favorito en un campeonato, fue un Unión Magdalena o Alianza ganándole al Real Madrid; se nos fueron los Alais Habib, “pedazos del alma mía”, Poncho López, Lacho Díaz Granados y otros y eso me tiene asustado, pensando quien será el próximo. ¿Yo, Hilario Añez, ‘el agraciado’ Carlos Quintero, ‘El Negro’ Zabaleta, el doctor Ibarra, Norberto Romero, Lino Calderón, Manolo Valdez o mi compadre Jaime Céspedes? Que sea el que Dios disponga, lo mismo que en nuestra sagrada cancha de dominó en donde ya nos dijeron adiós Luquita, El Popo Daza, “El Nene”, Egberto Gutiérrez, Mane Núñez, El Turco Yalil, Marcos Pérez, El Chileno, Yayo Gámez y el inolvidable compadre Cuco Medina.
Quedamos pocos, con el gallinazo en el hombro, como dice Hilario: El Negro Rois, Fausto Cotes, Marcelo Calderón, Leo, Checha y Toño Maya, Juancho Pinto, Bernely López y Emilio Vence, no meto a Carlos Mario porque no clasifica por joven.
En todo caso, sea quien sea el que caiga primero, no dejemos estas sanas entretenciones que día a día nos alargan la vida placenteramente y nos las corta pero divirtiéndonos sana y amigablemente.
Que sabrosa es la vida, nadie quiere morirse, lo ideal es seguir viviendo hasta cuando Él lo disponga, haciendo lo que nos gusta sin perjudicar a nadie y sirviéndole al prójimo que es lo más sabroso y reconfortante que hay y además mimando y apechichando a nuestros nietos.
José Manuel Aponte Martínez