“Los burros se juntan pa’ rascase” es un refrán popular que cae como anillo al dedo para explicar lo que pasaba en el Colegio Nacional Loperena por allá entre los años 1978 y 1980, cuando conocí a niños que me hicieron afianzar más mi naciente amor por la música vallenata. A riesgo de tener que disculparme con los que no mencione, en ese combo estaban: Gonzalo Arturo ‘El Cocha’ Molina, Limedes y Juan de Dios Torres Barrera, Miguel Antonio López, Edigar Morillo López, Adrián Pablo Villamizar, Hernán Gómez Barrios, Wilber Mendoza Zuleta y Sergio Moya Fula, entre muchos otros.
Claro, en esas épocas estábamos motivados porque el rector del colegio era nada menos que el compositor, empedernido poeta y bohemio, Antonio Serrano Zúñiga, muy amigo de Sergio Moya Molina, a quien tuve el honor de conocer en el ambiente familiar de su hogar en el barrio Doce de Octubre, porque ‘Sergito’ su hijo, mi compañero de colegio y de parrandas juveniles me invitaba a su casa. Allí nos atendía la adorada Juanita Fula, quien luego fue conocida en el ámbito nacional como ‘La celosa’, por esa hermosa canción que Sergio le compuso y que posteriormente se difundió en la versión de Carlos Vives.
En el antejardín de la casa de Sergio Moya Molina conocí a todos los grandes de esa época dorada del vallenato; por allí desfilaban Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Israel Romero, Rafael Orozco, Beto Zabaleta; todos en busca de una canción de Sergio, porque interprete vallenato que no le grabara al ‘Trio de Oro’ que conformaban Hernando Marín, Máximo Mobil y Sergio Moya Molina, corría el riesgo de no pegar.
Como la canción de Sergio que sin duda más se ha escuchado en el país es ‘La Celosa’, con sus más de 15 versiones en varios géneros musicales, mucha gente lo ha estigmatizado y hasta tiene una percepción equivocada de este gran compositor. Lo ven como un mujeriego, como machista y desconsiderado con su querida ‘Juanita’, lo cual no es cierto en lo absoluto; a Sergio, por el contrario, yo lo describo como un hombre muy apegado a su hogar, a su esposa y a sus hijos, eso se evidencia en sus casi 60 años de matrimonio. Otra cosa es lo que un compositor pueda expresar jocosa y picarescamente en una canción, con las licencias que otorga el arte musical.
Sergio también ha ganado en varios festivales vallenatos con sus canciones, aunque él mismo reconoce que no ha sido muy amigo de los concursos, pero en el año 1998 se logró coronar Rey de la Canción Inédita en Valledupar con el paseo ‘Recuerdos de viejos tiempos’, y entre sus grandes aportes al folclor se destacan dos puyas insignes: ‘La fiesta de los pájaros’ y ‘La cacería’, piezas musicales con las que muchos acordeoneros han ganado festivales.
COLOFON: Sergio Moya Molina, ya muy cercano a sus ochenta años, continúa componiendo y cantando sus canciones como en los viejos tiempos, ahora más orgulloso al lado de sus hijos: Fredy, Leónidas y mi eterno compañero de infancia colegial, ‘Sergito’.