Inquietud, preocupación, temor, miedo mondo y lirondo o mejor dicho “culillo” es lo que alcanzo a percibir en una franja que ve en Gustavo Petro al diablo y creo que tienen razón, no tanto por lo de diablo, sino porque no se necesita ser un agudo analista para entender que este, indudablemente buen estratega, le está sacando más provecho a su silencio que a sus encendidas diatribas. Lo que venía y la covid-19 le están sirviendo el plato y no habrá miedos reales o ficticios para detenerlo.
Las cosas no venían bien y eso tiene culpables con nombre propio y se encuentran mencionados en detalle en los textos de historia patria, la grande y la chica, que prohijaron un estado de cosas cuya lista es bien larga y que ni siquiera el DANE puede maquillar. Los críticos problemas de la pobreza y el desempleo, la vivienda, la educación, salud, el desmadre del orden público en varias zonas, la incontrolable delincuencia urbana y el largo etcétera con la corrupción encabezando la lista nos llevaron al borde del abismo y allí estamos y además de ñapa, que ni mandado a fabricar, el virus, con unos efectos desestabilizadores muy complicados para este o cualquier gobierno, pero ambas fuerzas empujan en el mismo sentido y es agudizar la crisis y presionar a la sociedad a encontrar un culpable, lo que popularmente se conoce cómo el que paga los platos que no es difícil averiguar a quien va a ser. El revés político lo sufrirá el Gobierno nacional y los partidos que lo apoyan especialmente el Centro Democrático y no me digan que no adivinan quien saldrá premiado.
¿Si será que alimentar el odio, crear miedos, confundir a la opinión serán la vía que nos saque del atolladero? ¿Vamos a seguir enfrentados y haciendo toda clase de porquerías para conservar o llegar al poder? ¿No será ya hora de pensar en una Junta o Frente que con representación auténticamente nacional trace el rumbo? y aclaro que no estoy proponiendo la Asamblea Constituyente, por ahora.
Quien sepa canalizar y montarse sobre la ola, del descontento popular va a estar instalado en el palacio de gobierno en el próximo periodo. Esa semilla germinará y su fruto crecerá porque el terreno está abonado, está lloviendo y el fertilizante lo están vendiendo barato.
¿Colombia “castro chavista”? Es decir, con un gobierno respaldado por quince millones de votos convocados por la izquierda no son una ilusión y que los analistas y los que saben del asunto saben que eso no estaría lejos. Hay alguien sentado viendo pasar el agua y esperando turno para el embarque.
No necesitamos más muros de contención, lo que pide el momento histórico es encontrar un rumbo, se necesita un liderazgo y no necesariamente de un solo líder y unas propuestas que nos permitan ver el futuro con menos incertidumbre.
Pienso que llegados a un extremo de enfrentamientos y confusión que el pueblo busque una salida y que la llave aparezca en manos insospechadas; es decir, “sale lo que no se espera” cómo en el poema “La Perrilla”. A veces hay que hacer jugadas como la de Nelson Mandela.
En los años previos al Mundial, Sudáfrica vivía en pleno ‘apartheid’, blancos y negros buscaban cualquier pretexto para enfrentarse entre ellos. Uno de tantos era el rugby. Los ‘Springboks’, como se conoce a la selección nacional de Sudáfrica, era un símbolo del poder blanco. Se daba la irónica situación de que los sudafricanos negros animaban al rival de Sudáfrica, fuera el país que fuera, con tal de que los ‘Springboks’ no ganaran partidos. Tal situación hizo ver a Mandela la necesidad de conseguir la unión entre blancos y negros. Consiguió convencer a un país dividido de unir sus esfuerzos para animar a la selección de Rugby de Sud Africa.
La actitud de ‘Madiba’ le trajo muchas críticas. Desde su propio partido, no se entendía como él, que había celebrado en la cárcel las derrotas de los ‘Springboks’, se había convertido en un defensor de un equipo ‘de blancos’, pero todo se entendió a cabalidad cuando se manifestó al ganar el campeonato mundial de ese deporte: “No hemos ganado para los 60.000 aficionados que hay en el estadio, hemos ganado para los 43 millones de sudafricanos. Por algo se comienza.