Esta esquina
Por: Hernán Araujo Ariza
“Atracadores asesinan albañil”. Así titulaba la noticia que se camuflaba entre las páginas de este diario el pasado lunes 3 de diciembre. Era el caso de Raúl Colón, un hombre humilde de40 años que hace 2 sábados se sentó a compartir con amigos de su barrio Los Caciques, en la puerta de una casa. Media hora después -como de la nada- aparecieron varias motos con jóvenes armados a bordo,que los despojaron de billeteras y objetos de valor. Que no sería mucho, toda vez que era gente pobre.
Raúl, al ver que uno de los atracadores golpeó con la cacha de su arma al más flaco de su grupo de amigos, se atrevió a decirle que no era necesario maltratarlo. Acto seguido, el joven sicario se volteó y sin mucho apuntar, disparó un solo tiro que le entró en el pecho y lo mandó al suelo. De donde no se volvió a parar. Un rato después murió desangrado.
Esa misma noche, otro grupo de amigos llegaban a la casa de uno de ellos, en el barrio Obrero, para seguir -al son de la música y el calor del alcohol- un improvisado festejo que serviría para compartir y disfrutar la noche. Tan pronto descendieron del carro en el que se movilizaban, les cayeron variasmotos que trasportaban a jóvenes armados que procedieron a atracarlos. A uno de ellos -tal vez el más bajito de todos- le golpearon fuertemente con el mango de una pistola;éste cayó al piso y se hizo el desmayado. Oyó claramente cuando uno de los atracadores le dijo al agresor: “mételo un tiro en la cabeza y lo dejamos ahí tirado”. Inmediatamente intervino otro de los asaltantes y replicó: “no, ya mataste a uno, ¿para qué te vas a ‘embalar’ más?”. Afortunadamente no pasó nada, y los asaltantes -luego deabordar sus motos-huyeron. Las víctimas, aburridos,no tuvieron más que acostarse para pasarel susto.
Al día siguiente se supo que uno de los jóvenes asaltantes fue detenido. Todo indica que fue el mismo grupo, el autor de ambos hechos; y quien sabe de cuantos más en esa misma noche. Lo más exótico de la historia es que el capturado es un menor de edad, que dicen que ya lleva más de una docena de muertos en su haber criminal.
Y lo más asombroso es la frialdad con la que estos jóvenes salen a atracar. Si en medio de su jornada nocturna alguno se opone, no habrá ningún reparo en darlo de baja, como hicieron con Raúl. Pero lo que más llama mi atención, es la tranquilidad con la que siguieron delinquiendo toda la noche, sin que el haber puesto un muerto ya, los hiciera abortar su ‘misión’. Sin que el susto o el miedo a ser capturados más tarde los inmutara. Es decir que ¿no produjo ninguna perturbación en elsicario joven, haberle quitado la vida a alguien?
¿Estamos entonces ante una suerte de asesinos desalmados que no temen a nada? ¿Cuál será el fin de un muchacho, que sin haber cumplido la mayoría de edad, ya lleva casi los mismos muertos que años vividos? ¿Será en los programas de resocialización que ofrecen las cárceles colombianas donde está la receta? ¿Será acaso en los programas que colegios y universidades ofertan para una juventud con futuro? ¿Será en manos de un Dios todopoderoso en el que ellos no creen y al que no le temen? O ¿será necesariamente la muerte quien ponga fin a tanta maldad?
¿Hay entonces un futuro promisorio para los jóvenes que hoy crecen en medio de tan profundas desigualdades? ¿Será acaso el momento del “apague y vámonos”?
MI ÚLTIMA PALABRA: Y para completar, sobre el mismo tema. Me cuenta un amigo (menor de 30 años también) que en una visita a la cárcel judicial se topó con un par de jóvenes de no más de 20 años, uno de ellos condenado a 20 más por homicidio. Al enterarse que mi amigo era abogado,lo abordaron para proponerle el siguiente negocio: quese buscara una buena universidad donde pudiera hacer una especialización en Derecho Penal y que ellos la pagaban, para que los sacara de ahí. Y ¿no se suponía que estos pobres muchachos marginados, nunca han tenido oportunidades en la vida y por eso les toca dedicarse a estas oscuras labores? No, ellos si saben que hay colegios y universidades, y también saben para qué sirve ir allá a estudiar; sólo que no les interesa. Tal vez -como lo reconocieron en esa ocasión con total desparpajo- porque: “Nosotros somos es bandidos!”
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