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Ser conscientes de la problemática ambiental

Como están las cosas a nivel mundial por lo que estamos viviendo, todos los seres humanos desde niños debemos conocer la problemática ambiental ampliamente, es decir, es una obligación.

La problemática se relaciona directamente con los impactos generados tanto por los seres humanos en general como por los sectores productivos, unas de las principales causas. Especialmente esto último, después del levantamiento de la Revolución Industrial en el siglo XIX, cuando su afectación se aceleró ostensiblemente. Pero hay algo que destacar: fue hasta la década de 1950 cuando los cambios de la naturaleza empezaron a tener importancia a nivel mundial y regional, motivo por el cual se empezó un análisis y seguimiento continuo de esta situación.

Dentro de las principales causas del aceleramiento de la problemática ambiental se encuentran el aumento de la población, los niveles de pobreza, el proceso de urbanización y el incremento de los patrones de consumo. Con relación a esta última, se puede entender por patrones de consumo la caracterización de todos aquellos productos y sus cantidades que una persona demanda. Esta caracterización no solo está compuesta por los productos que son directamente consumidos (alimentos, vehículos, utensilios, entre otros), sino por los que son complemento de los anteriores (bolsas de plástico, papel de envoltura, combustible); y por servicios necesarios para entregar al consumidor final (transporte, almacenamiento, mercadeo, entre otros).

Es claro que el incremento de los patrones de consumo genera un aumento de la producción industrial (la cual requiere insumos-recursos naturales, y procesos de transformación que demandan energía y generan contaminantes), lo que a su vez contribuye a un nuevo aumento del consumo, creándose así una espiral negativa que influye en la creciente presión sobre los recursos naturales.

 En este aspecto hacemos alusión a una publicación del periódico El  Tiempo, en junio 26 de 2002, donde anota en un aparte  que interesados en la Universidad de Berkeley en California, expertos en ecología y desarrollo sostenible de varios países (Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, Austria y México, entre otros), efectuaron estimaciones sobre seis actividades humanas que requieren algún tipo de espacio biológico productivo.

 Estos investigadores se permitieron medir el impacto de la agricultura y los cultivos forestales, los  pastos para animales, la pesca, las tierras transformadas para las ciudades y los servicios que la soportan y finalmente la extracción y quema de combustibles fósiles.

 Ellos concedieron  a cada uno valores que según afirman permiten “calcular cuál es la huella ecológica dejada por la humanidad”. Según los cálculos efectuados, indican que en 1961 la actividad humana consumía 70 % de lo que la biosfera posee y produce cada año. Entre 1979 y 1983 se llegó a consumir 100 % de la bioproductividad y en 1999 se alcanzó la cifra de 120 %, lo que significa que la actividad humana consume o deteriora más de lo que el planeta genera o regenera. Hasta aquí la referencia de esta cita.

Continuamos con el tema manifestando que el crecimiento en el uso de la energía en procesos industriales ha traído como consecuencia problemas como el aumento en la emisión de gases contaminantes, especialmente aquellos que contribuyen al denominado efecto invernadero (gas carbónico (CO2), metano (CH4), clorofluorocarbonados (CFCs), hidrofluorocarbonados (PFCs)); lo que genera efectos como el incremento del nivel del mar y cambios de las condiciones climáticas locales y globales.

También hay que mencionar las descargas de aguas residuales industriales y domésticas que llegan diariamente tanto al mar como a los ríos sin ningún tipo de tratamiento, como el caso Valledupar; por otra parte, la disposición de basuras se convierte en un inconveniente prácticamente de todas las sociedades.                                                                      

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