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¡Señores, Canuto está mal!

Por Oscar Ariza Daza

arizadaza@hotmail.com 

@Oscararizadaza

 

Seguimos siendo inmensamente felices mientras nuestros vecinos venezolanos viven momentos de tensión y dolor por la situación  de su patria y por el lamentable deterioro de un ser humano que para mal o para bien, representa un país que pese a la críticas y los señalamientos, intenta salir de la postración social en la que vivió durante décadas.

 

Para muchos colombianos, especialmente para aquellos quienes se creen con el derecho a juzgar, la muerte de Hugo Chávez sería una buena oportunidad para Venezuela.

 

Algunos odian a Chávez sin mayor fundamento que la  visceralidad de no compartir su pensamiento y contradictoriamente desde aquí se critica y se señala; desde esta hermana república colombiana;  una de las naciones más felices del mundo, en la que muchos se ríen y festejan  mientras ven morir a otros, en la que algunos paramilitares y guerrilleros mataron a sangre fría.

 

Mientras tenían un ataque de risa por lo que hacían,  otros festejaban en voz bajita a medida que mutilaban, desplazaban y desaparecían como si fuera un chiste más para contar.

 

Muchos esperan el momento para celebrar la partida de Chávez, bajo una hipócrita criticonería que pretender juzgar un país que pese a sus fallas, lucha por la desigualdad, mientras en el nuestro aún muchos políticos pretenden tapar las atrocidades humanas que se cometieron en tiempos pasados.

 

Un país de doble moral que critica a su vecino, pero no es capaz de mirarse a sí mismo y sentir vergüenza de seguir en el mismo estado de postración social durante tantos años sin que nadie haga o diga nada.

 

Venezuela sigue dando de qué hablar por estos días y como si fuera poco, otro dolor de patria se les viene encima con la muerte del humorista José Díaz Márquez, más conocido como Joselo, un gigante de la alegría que hizo reír durante más de tres décadas a muchos venezolanos y colombianos apostados en la frontera, quienes tuvimos  la dicha de hacernos un poco más felices con su humor característico.

 

Tal vez para muchos sea desconocido el nombre de Joselo; un hombre que con su desparpajo gestual y sus chistes actuados se burlaba de la realidad nacional, de gobiernos de turno y de todo cuanto le diera papaya.

 

En sus dichos y su exagerada gestualidad estuvo el secreto de su exitoso humorismo  que nos contagió y enseñó más que la verdadera situación de Colombia, pues nosotros, los de la Guajira, en ese entonces  éramos más próximos a Venezuela, a su comida, costumbres, a su televisión que llegaba más nítida que los canales colombianos y al Gloria al bravo pueblo que nos inundaba a la horas pico.

 

Desde Rctv; Venevisión, Televen y otros canales, que entraban con más fuerza que los de nuestra patria, producto de la indiferencia de un Estado colombiano que poco o nada nos miraba, hasta cuando alguien con intenciones políticas revivía la vieja polémica del golfo de Coquivacoa o lago de Maracaibo.

 

Entonces se volvían a acordar de los guajiros, mientras seguíamos alimentándonos con lo que la frontera nos daba y con esa televisión que nunca nos fue negada. Allí estuvo Joselo brindándonos un momento de alegría en esta tierra del olvido.

 

Aún tengo el recuerdo de niño, de toda la familia sentada frente al televisor para ver el Show de Joselo, mientras delegábamos a alguien que desde el patio, ubicara con sus manos la antena aérea que dirigíamos gritándole para que quedara en la posición donde se recibía con mayor nitidez la señal de Venevisión.

 

Como no homenajear a Joselo y a muchos de sus personajes de quienes  había tanto que aprender en medio de risas o carcajadas, especialmente de Canuto, pues cada vez que algo estaba desfasado, entonces salía con sus ojos de loco y gritaba en señal de burla “señores, Canuto está mal”

 

Qué decir de recogidito y su tía madrina, del portugués, de Joselito, del Pavo Lucas, o del Adeco y el Copeyano, los personajes políticos del momento.

 

Se ha ido Joselo, como también su hermano Simón Díaz, Alfredo Sadel, Eugenio Montejo y otros grandes hombres que muestran la dignidad de un país que hoy clama por la vida y por una mejor oportunidad.

 

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