La comunidad valduparense que asistió a la reciente rendición de cuentas del alcalde de Valledupar, desprevenida y aturdida como se encuentra por la actividad política, no ha podido determinar si se ha hecho justicia en la ejecución de programas y proyectos en todos los sectores de la comunidad.
La estructura institucional de la región no es ni cerca a un motor de desarrollo del territorio, porque no se han construido espacios regionales solidos que integren el sector rural con la dinámica de la ciudad que permita mejorar la calidad de vida de los coterráneos en general.
Observo dos grandes conglomerados desconectados, dispersos y desarticulados de la institucionalidad: por un lado, y el de mayor importancia por su papel fundamental en la producción de alimentos básicos de la canasta familiar necesarios para unos y otros. Me refiero a la población campesina, a los labriegos que trabajan a pérdida 14 horas diarias en tierras subutilizadas, sin desarrollo tecnológico donde no se brinda asistencia técnica, el recurso hídrico es manejado por intuición o técnicas primitivas, la seguridad social no funciona, la educación es atendida más por vocación de los maestros que por disposición del gobierno y no existe una atención integral para la población campesina. No me explico cómo se habla de eliminar las diferencias sociales para lograr una paz verdadera si se
gobierna de esta manera.
Me sorprendió las cuantías exorbitantes utilizadas en construcción y/o adecuación de parques con el embeleco de acondicionar espacios para la recreación y el deporte para tener familias sanas, pregunta: ¿Qué prima entre estos dos programas, la alimentación o la recreación?, ya sabemos que a Valledupar llega el 70 % de la alimentación de otros lugares de Colombia, lo que demuestra desidia, incapacidad y abandono gubernamental para el sector rural.
La razón es obvia, la administración municipal no dispone de una unidad rectora de la política agropecuaria, los posibles beneficiarios son una población que no alcanza a calificar en un estrato oficial, es un sector estigmatizado o marginado por la gobernanza, que no proporciona legitimidad en el gobierno de turno. Aplicando un parangón entre gobernanza rural y urbana, se observan grandes diferencias que marcan desarraigo, apatía, desconfianza e inconformidad social, ya mencioné la educación y la salud, la falta de apoyo en la comercialización de los productos agrícolas y pecuarios. Las vías son trochas y principios o fuentes de corrupción, cada que pasa un invierno se destinan recursos que logran efectos por dos o tres meses.
Hoy se reclama una respuesta, frente al programa Nacional contratado y financiado por el gobierno Central denominado Plan de Desarrollo con Enfoque Territorial o Territorio de Paz, en el cual, está inmerso el municipio de Valledupar y las zonas corregimentales victimas del flagelo de la guerra fratricida, cuyo primer informe debió presentarse en el mes de noviembre de 2017, donde se establece la participación activa de las comunidades, para determinar las necesidades y la priorización de las inversiones ¿Qué se ha hecho al respecto?, ¿quién nos debe informar los avances?