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Señales de advertencia

“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”: San Juan 10,10.

En ocasiones nos encontramos peleando batallas internas que parecen estarse llevando lo mejor de nosotros. Nos sentimos limitados, obstaculizados, reprimidos e improductivos. Nuestro nivel de bienestar no es lo que solía ser y no podemos encontrar ese lugar con Dios que está lleno de vida, gozo, paz y propósito.

Las batallas que peleamos toman lugar en un mundo invisible, donde nadie comprende lo que sucede en nuestro ser interior. Los deseos que una vez fueron vehementes en nuestros corazones ahora parecen estar fuera del alcance. Los sueños y planes para el futuro parecen haberse secado; la vida que había en ellos ha sido sofocada por algo que ni siquiera sabemos qué es. Las tentaciones, preocupaciones, presiones y cargas de la vida nos exprimen el gozo de caminar con el Señor.

Pero, amados amigos lectores, ¡hay un modo de vencer! Podemos aprender a reconocer las señales tempranas de advertencia. Descubrir las maneras en que, sin saberlo, pudimos haberle abierto puertas al ladrón en nuestras vidas; y conseguir hacer cambios que traigan la liberación y la restauración de Dios en todas las áreas de nuestras vidas.

Así, que, compartiré algunas señales de advertencia para sobrevivir y reconocer si nos encontramos bajo la presión del ladrón que roba, mata y destruye.

Perdemos el deseo espiritual. Nos alejamos de lo que Dios desea llevar a cabo en nuestras vidas. Esto se evidencia por la pérdida del deseo de orar y estar con el Señor. Los problemas surgen y comienzan a recortar nuestro tiempo en la palabra. Luego estamos muy ocupados para leer la Biblia.
Fatiga física. La fatiga de nuestros cuerpos agota nuestra mente. Si mi cuerpo está débil, muchas cosas negativas entran a mi alma y afectan mi espíritu.

El ataque de la escasez. Es cuando todos nuestros recursos se secan a la vez. Cuando no tenemos nada somos especialmente vulnerables a la tentación.

Una vida débil en la oración. La oración es una disciplina. Se necesita compromiso de nuestra parte, fe y persistencia.

Sentirnos agobiados y desesperados. Es cuando las circunstancias nos rodean y envuelven de tal manera que nos mortificamos. Tenemos problemas por todos lados, estos se apilan y nos atosigan, trayendo desesperanza y ganas de bajar los brazos y darnos por vencidos.

Resurgen antiguos hábitos. Queremos regresar a nuestra vida anterior repleta de iniquidad, fraude, engaños y mentiras. Remozan los antiguos temores y desconfianzas y volvemos a esclavizarnos de aquellas conductas de las que Dios nos había liberado ya.

Alejamiento de las buenas relaciones. Dejamos de frecuentar las relaciones santas, los amigos de la iglesia y el compañerismo con los hermanos. Nuestros amigos son una fotografía de nuestro futuro. Si tenemos más cosas en común con los inicuos que con la gente que sirve a Cristo, no estamos conectados con las personas adecuadas.

Mi invitación hoy, después de revisar introspectivamente nuestras vidas con las señales de advertencia, es a que tomemos una decisión firme y sin reservas por Jesús. Quien vino a darnos vida y vida en abundancia.

Si tomamos una posición por Dios, él y solamente él, puede convertir nuestro desastre en una experiencia grata y llena de gozo. Bien vale la pena tomar una posición por él, ¡Sí es posible confiar en Dios! Le garantizo que resultará con un testimonio de victoria en su vida.

Recordemos, en lo físico y emocional, atender las señales de advertencia nos evita colapsos futuros, también en lo espiritual. La consigna del ladrón es: robar, matar y destruir; no lo permitamos ni le abramos espacio en nuestras vidas. Un fuerte abrazo en Cristo y muchas bendiciones del Señor.

Por Valerio Mejía Araujo

 

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