El proyecto de la Ley de Regiones se someterá en la plenaria del Senado de la República hoy miércoles. La Constitución le impone al Parlamento y a todos los poderes públicos la obligación política y jurídica de establecer las condiciones para que las regiones puedan constituirse como entidades territoriales de derecho público y de esa manera democratizar políticamente la Nación. Esta es la importancia de la expedición de esta Ley que aspira superar la precaria democracia colombiana.
De este tamaño es la gran responsabilidad que tiene la plenaria del Senado, la de contribuir con su potestad legislativa para superar la fragilidad de la democracia. Tanto es así que uno de los temas del debate presidencial actual es la amenaza del populismo –sea de derecha o de izquierda–, amenaza que existe realmente porque el poder político está fuertemente centralizado.
El modelo de centralización política, imperante en la Nación, al concentrar los poderes en pocos órganos, no garantiza una efectiva separación y división de estos y facilita el ingreso de un régimen político totalitario.
Una lección que aprendieron los alemanes en carne propia fue que la excesiva centralización del poder político le despeja el camino a las dictaduras totalitarias, por este motivo, la Constitución, nacida de la nefasta experiencia de la tragedia hitleriana, hoy es federalista. La inteligencia alemana recomienda que el camino que puede impedir el nacimiento de una dictadura sea la democracia cuando adopta el modelo federalista. Una centralización del poder político facilita la tiranía.
Esto lo está aprendiendo con creces el pueblo venezolano. La frágil descentralización del poder político en nuestro hermano país, con su débil modelo federal, le allanó el camino al totalitarismo del Socialismo del siglo XXI.
Parlamentarios como Horacio Serpa, Efraín Cepeda, Juan Manuel Galán, Roberto Gerlein, Roy Barreras, Álvaro Uribe, Alexander López, Antonio Navarro Wolf, Roosvelt Rodríguez, Paloma Valencia, Claudia López y otros de distintos partidos políticos lo han entendido a la perfección. Una democracia se hace fuerte cuando el poder se descentraliza políticamente. Una Ley de Regiones que facilite y no obstaculice la descentralización política, fortalecerá la democracia y le cerrará el camino a los proyectos totalitarios, además, consolidará la unidad nacional.
Es que la descentralización política, al facilitarle al ciudadano su presencia en el gobierno de los asuntos públicos, consolida la unidad nacional y contribuye al amor a la patria porque él siente que es suya, y suyo su gobierno. Lo explicaba Alexis de Tocqueville, en su obra La democracia en América. Fue lo que más le impresionó del federalismo y la descentralización política en Norteamérica. De hecho, Estados Unidos no es un territorio apto para el totalitarismo porque la autonomía de sus territorios se lo impide.
Luigi Ferrajoli, en Principia Iuris. Teoría del Derecho y la Democracia, enseña sobre el federalismo: “(…) al multiplicar los centros de poder y distribuir sus competencias –por división o por separación– entre varios niveles, centrales y periféricos, actúa como el mejor antídoto de las involuciones monocráticas de nuestras democracias”.
Honorable Senado, apruebe una Ley de Regiones que facilite y promueva la regionalización política de la Nación y fortalezca nuestra democracia hacia la paz y la unidad nacional. Palabra que sí.