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Sembremos esperanza

Ad-portas de terminar este año, probablemente, la mayor frustración sea la de sentir que hemos perdido el tiempo. Que no logramos nada y no avanzamos en nuestras metas, que termina este año igual que como lo comenzamos. Es muy tentador, en ese estado, habernos desalentado tanto con sentimientos de ineficacia que procuráramos pasar a otra cosa y decimos con los hombros encogidos: “Bueno, posiblemente el 2023 será mejor”. 

Con frecuencia, aplicamos el texto del epígrafe a la gracia de dar financieramente; pero también lo podemos aplicar al hecho de sembrar espiritualmente para poder recoger su cosecha de armonía y paz correspondiente.  Cuando hablo de sembrar esperanza para el 2023, estoy aludiendo a invertir nuestro tiempo en la búsqueda de Dios. Hablo de establecer patrones y hábitos que nos permitan pasar tiempo importante en la presencia de Dios de manera habitual. Esta clase de siembra. Producirá una cosecha de esperanza, traerá cambios y a su tiempo, comenzará a afectar todo alrededor. 

Concibo el factor tiempo, no como un elemento que transcurre sobre mí; sino como un elemento sobre el cual, caminamos. Así, todas las palabras, acciones e intenciones que sembremos hoy -buenas o malas- germinarán y las cosecharemos mañana. Vivimos en una cultura que evalúa sus prioridades teniendo en cuenta sus resultados inmediatos. Todas las voces nos demandan producción. El afán del “ya” y el “ahora” puede nublar nuestra adecuada inversión de siembra en la esperanza para el año venidero. Tampoco debemos evaluar nuestro progreso espiritual sobre la base de cuantos proyectos hemos cumplido o de cuantas metas alcanzamos o dejamos de alcanzar hoy.

Nuestra vida se debe parecer más a un jardín de flores; cuando sembramos no vemos los resultados de manera inmediata, pero sabemos que allí hay una cosecha que a su tiempo se manifestará. ¡Lo que sembremos hoy requerirá una estación completa de crecimiento, antes de ver la manifestación de los resultados!

Cada momento que pasemos en la presencia y dependencia de Dios, será una inversión en las realidades eternas. Dios ve nuestros trabajos y honrará la devoción. Si perseveramos en la fe y en el amor, las semillas que producirán traerán esperanza y gozo para vivir con éxito el 2023.  

Amados amigos lectores: ¡Gracias por acompañarme en este año que termina! Mi consejo final es que, hagas lo que hagas, no abandones la búsqueda de Dios. Cuando sientas que no obtienes resultados, persiste e invierte aún más. Esas palabras, acciones e intenciones que han sido sembradas hoy, germinarán, brotarán y echarán raíces profundas, extenderán sus ramas y producirán frutos apacibles en el 2023.  

Recuerda: El que siembra esperanza, cosechara felicidad. Te deseo un feliz y bendecido nuevo año. Dios mediante, volveremos el año entrante.  Fuerte abrazo, felices fiestas y bendecido nuevo año.       

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