Esta breve semblanza del Colegio Nacional Loperena es un homenaje póstumo al médico José Enrique Mendiola Montero, bachiller de su primera promoción y, además, con sus compañeros lideró acciones para que el Ministerio de Educación legalizara la apertura de los grados superiores. He aquí su testimonio: “En 1955, cuando hacíamos cuarto de bachillerato, el colegio no tenía aprobación oficial para abrir quinto y sexto, solicitamos al MEN soluciones y en vista que no nos respondían, acudimos en bloque al Liceo Celedón de Santa Marta que si nos aceptaba. Tuvimos la fortuna, que estando en Santa Marta llegó una comisión del MEN, con ellos regresamos a Valledupar y logramos resolver la difícil situación. Se legalizó la aprobación del bachillerato completo, y nos graduamos en un acto solemne el 18 de noviembre de 1957”.
En 1937, Valledupar comienza a abrirse al mundo por la construcción de la carretera nacional, obra del presidente Alfonso López Pumarejo. La educación era muy limitada: solo existían en el nivel de primaria, la Escuela Pública de Varones, la Escuela Pública de Niñas y el Colegio Parroquial (administrado por la Diócesis). En el nivel de secundaria, el colegio La Sagrada Familia (administrado por las Hermanas Terciarias Capuchinas) que no pasaban del tercer grado.
En nuestra región agropecuaria, el futuro académico de la inmensa mayoría de los niños era difícil. Los colegios de bachillerato más cercanos estaban en Mompox, el Colegio Pinillos, creado en 1853, y en Santa Marta, El Liceo Celedón, fundado en 1906. La historia de Valledupar cambia con la apertura del Colegio Loperena, creado mediante la Ley 95 (21 de diciembre) de 1940, y dos años después inicia sus labores académicas, en aulas anexas a la recién fundada Escuela de Artes y Oficios (1939).
El primer rector del Colegio Loperena fue Joaquín Emilio Ribón, que era rector de La Escuela de Artes y Oficios. En 1951, se termina la construcción del colegio en el sitio donde se encuentra en la actualidad; pero se hacen evidentes las negligencias del Estado en la responsabilidad con la educación pública, los estudiantes tenían que viajar a otras ciudades a terminar el bachillerato y la mayoría se queda sin la posibilidad de culminar el ciclo de bachiller. Hubo que esperar 15 largos años para que se hiciera realidad que el Ministerio de Educación mejorara la infraestructura y dotación de laboratorios y biblioteca, y completara la nómina de profesores para legalizar la aprobación del ciclo de educación secundaria.
Con el ciclo completo de secundaria el Colegio Loperena se convierte en un referente para los jóvenes locales y de los pueblos cercanos de la provincia. Ingresar al Loperena fue y es el sueño de muchos jóvenes. Desde los inicios tuvo la impronta de excelente colegio por la calidad de sus docentes y el liderazgo de sus directivos, y de ser un puente seguro para el ingreso a la educación superior.