De nuevo la vida me da la fortuna de visitar Lima, capital del Perú. En esta oportunidad para hacer parte del CENIT de Directores escolares, nacido en ese país, gracias a la iniciativa de mi gran amigo e inspirador Edistio Cámere. Desde hace 20 años, su colegio, el Santa Margarita, cuyo nombre hace homenaje a Santa Margarita de Escocia, dio inicio al CENIT de estudiantes, encuentro que se ha llevado a cabo cada año con el objetivo de aportar espacios de participación estudiantil para desarrollar el liderazgo en alumnos de Latinoamérica.
De esta loable experiencia nació el de Directores, que por segunda vez se realizó presencialmente en Lima.
Perú es un país que llevo en el corazón. No sólo tengo amigos entrañables, hermanos con los que conviví en Madrid, España, mientras adelantamos nuestros estudios de maestría en dirección de centros educativos, sino que cada vez que piso su suelo soy acogido con mucho cariño e inmerecido respeto.
El peruano es un excelente anfitrión que muestra orgullo por sus raíces, por su historia y por su exquisita gastronomía –en mi humilde opinión la mejor de la región luego de saborear los anticuchos, la salsa huancaína, el seco de carne, la chicha morada, la inigualable Inka Cola, el pollo a la brasa, los ceviches, etc-.
Es también un placer recorrer su centro histórico donde la Plaza San Martín, la Plaza de Armas y los emblemáticos edificios que albergan oficinas públicas y hoteles como el Bolívar, lo llevan a uno a degustar finalmente los churros de San Francisco -para los que hay que hacer cola-. La Costa Verde hay que visitarla. Gracias a Dios pude volver a visitar el Monasterio de Santo Domingo, donde se encuentra la tumba de San Martín de Porres, Santo peruano que vivió en los siglos XVI y XVII y que es, desde hace muchos años, el Santo de devoción de mi familia materna; da sosiego al alma visitar su tumba, orar y pedir protección y bendiciones para todos.
Asistir al CENIT de Directores también me permitió reencontrarme con directivos amigos de colegios de Honduras, Ecuador, Perú, Paraguay y Argentina, directivos con los que había compartido espacios virtuales que nos acercaron mucho pero ahora, directivos que físicamente pude abrazar.
El Santa Margarita también nos permitió reunirnos con 5 de sus prefects, estudiantes que muestran un altísimo desempeño académico y formativo además de ser líderes naturales y que por sus mismas condiciones trabajan en actividades que favorecen a sus demás compañeros y afianzan sus dotes de liderazgo. Pudimos también ofrecer a sus estudiantes un par de charlas acerca de la realidad latinoamericana, haciendo énfasis en lo que viven actualmente Perú y Colombia, y otra en la que hablamos acerca de la importancia de la educación centrada en la persona, tema que me inspira todos los días, que me mueve las fibras y que es pilar de la propuesta del Colegio Santa Margarita.
Regresé a Colombia como hace unos años: agradecido con su gente, con Dios y con la vida. Visitar de nuevo el Perú me recargó el alma, pude ir también a un par de colegios más -mi hobby preferido-, de los que aprendí muchas cosas y llegué a casa con planes y proyectos que seguirán nutriendo mi vida profesional y personal. ¡Gracias Perú!
Mientras tanto, el gobierno de Colombia sigue errático y mostrando su incompetencia absoluta para gobernar. El dólar a 5 mil pesos -se habla de que puede llegar a 7 mil muy pronto-, una reforma tributaria que generará desempleo y pobreza, además de un puñado de decisiones que sólo alimentan la incertidumbre y preocupación por lo que viene, son unas pocas razones de por qué marcharemos este 29 de octubre, en paz como siempre lo hacemos, para mostrarle al mundo que el país nos duele y que somos muchos, muchísimos más. Invitamos a los colombianos de bien a unirse a esta cruzada a la que no podemos darle la espalda.
Nuestro único consuelo son las niñas de la Selección Sub-17 de Colombia, que sacan la cara del país y muestran en la India su deseo legítimo de crecer y dejarlo todo en la cancha por nosotros. ¡Pase lo que pase ya son campeonas!