Las comunidades se organizan en Estados con el propósito de construir un conjunto de reglas e instituciones que garanticen la convivencia en paz con respeto a los derechos de todos en un esquema de igualdad en la libertad.
Esto quiere decir, en forma categórica, que los estados nacen a la vida jurídica para ofrecer seguridad a la vida libre en dignidad y con el disfrute de los derechos, en especial, los derechos humanos.
Preciso, no cualquier seguridad ni de cualquier manera. El Estado tiene que ofrecerla mediante el derecho sometido al derecho, por lo que necesita de un Estado de Derecho.
De allí que un Estado de Derecho tiene que ofrecer seguridad mediante las normas, no por la violencia de la fuerza. En este sentido, el Estado es un medio para alcanzar fines como la dignidad de la persona y la vida libre a través del Estado de Derecho.
Arthur Kaufmann, en su magna obra “Filosofía del derecho”, nos dice: “Seguridad jurídica puede significar dos cosas: La seguridad por medio del derecho, defensa contra robo, asesinatos, hurto, violación contractual; 2. La seguridad del derecho mismo, la garantía de la posibilidad de su conocimiento, de su operatividad, de su aplicabilidad. Hay seguridad por medio del derecho, únicamente, cuando el derecho mismo ofrece certeza”.
El pensador alemán nos enseña que la seguridad que debe ofrecer el Estado de Derecho es la jurídica en contra de delitos como la extorsión, el secuestro, los asesinatos, los robos, las violaciones de los derechos de las personas, la violencia sistemática en contra de los derechos humanos, en fin, la seguridad de que a las personas se le garanticen sus derechos; también, debe ofrecer el Estado de Derecho que el derecho pueda ser conocido y pueda aplicarse en forma razonable.
Una sociedad no puede vivir sin seguridad jurídica porque lo que reinará en su ausencia es la arbitrariedad y el delito, pero para alcanzarla tiene que respetar las normas.
Cuida de las leyes como a los muros que protegen tu ciudad dice un célebre fragmento de Heráclito. El cuidado de las leyes implica el respeto a su eficacia.
Es que sin la certeza de que las leyes y el derecho sean obedecidos por todas las personas sin distinción y de no obedecerlas se generan de forma inexorable unas consecuencias jurídicas con castigos a los infractores y la obligación de reparar los perjuicios, no es posible que reine la seguridad jurídica.
En esta perspectiva, el tema de la seguridad jurídica es central en un Estado de Derecho y en una sociedad democrática. En un proceso de paz, por ejemplo, no se puede negociar el valor de la seguridad jurídica porque si se hace quedará desnuda y en un estado de indefensión frente a los violentos y delincuentes.
Fortalecer la seguridad jurídica es el trabajo permanente que tiene que asumir todo gobierno a todo nivel de un Estado. La seguridad jurídica no le pertenece a un partido político ni a un mandato o mandatario en particular, tiene que ser una política de Estado en la que estén comprometidos todos los miembros de la comunidad.
Sin seguridad jurídica no existirá Estado y los derechos humanos estarán a la intemperie. Cuidar de la seguridad jurídica es una tarea política de todos a fin que gobierne el derecho, y los derechos humanos no sean declaraciones de papel sino una realidad.
Por Eduardo Verano de la Rosa.