Esta semana se vivió una protesta inédita en Colombia, militares retirados de todo el país llenaron la plaza de Bolívar para protestar en contra del presidente Petro, quien, según ellos, le está entregando el país a los grupos guerrilleros y además, está humillado a la fuerza pública. En la plaza se escucharon arengas contra el presidente y se podría calificar como inconformismo válido y razonable. Pero lo que vimos después es realmente grave y demuestra que desde ese grupo se está gestando un golpe de Estado, como lo confesó el coronel Jhon Marulanda, presidente de Acore (Asociación de Militares Retirados) en una entrevista en La W; es preocupante que se sigan alimentando estas propuestas porque desestabilizan nuestra democracia. Lo que queda claro, es que hay un sector militar que no acepta que el presidente Petro sea un exguerrillero que se sometió a las reglas de la paz y menos, que haya ganado con las reglas de la democracia; son militares y exmilitares que desconocen nuestra Constitución, quienes se quedaron anclados en la guerra, su mente solo gira en torno a bajas y a operativos antiguerrilla, no han podido entender que apostarle a la paz es mejor y mucho más rentable; algunos, incluso, han estado involucrados en alianzas con grupos paramilitares y buscan solucionar sus problemas legales con un cambio de gobierno, como el coronel Hernán Mejía, ‘El Carnicero’ del Batallón La Popa, recientemente expulsado de la JEP y condenado por falsos positivos, que estuvo en la plaza de Bolívar al lado del General Zapateiro ¡Ajua! Un militar que se caracterizó por sus ataques constantes al actual presidente, cuando era comandante de las Fuerzas Militares de Duque y que tiene una ideología ultraderechista que no le permite buscar alternativas distintas a la guerra. Como si no fuera suficiente, hay congresistas de oposición, como las senadoras María Fernanda Cabal, Paola Holguín y Paloma Valencia del Centro Democrático que siempre han negado los malos procederes militares en la guerra, especialmente los falsos positivos, y el congresista Daniel Uscategui, hijo del general condenado por la masacre de Mapiripán por parte de grupos paramilitares y que reiteradamente instrumentaliza a los militares retirados para avivar su causa política. Están jugando con fuego y se pueden quemar, no logran entender que los golpes de Estado en esta época son inviables, además de destruir la democracia, afectan considerablemente la economía y crean un malestar internacional que nos aísla de los otros países; miremos al Perú, pensar en esa salida, además de ridícula, es altamente peligrosa.
La inestabilidad política actual del país, por la polarización, es muy grande, para que un grupo de militares condenados y políticos oportunistas, dividan la fuerza cuando se requiere más unidad, está en juego el proceso de paz con el ELN, sumamente importante, así como con las bandas criminales, englobados en la ‘paz total’. Es muy irresponsable seguir avivando una llama de un golpe de Estado en nuestro país, caracterizado por instituciones fuertes; no somos como Perú, donde tumban un presidente cada año, ni como Venezuela con tradición golpista, ni como Chile donde un dictador como Pinochet opacó la democracia y debilitó las instituciones. Somos la democracia más antigua de Latinoamérica y debemos preservarla, bien hizo el presidente Gustavo Petro en renovar muchos cargos en el ministerio de Defensa y luego reunirse con todos los generales para sofocar cualquier penetración de la fuerza; de esta alianza en su contra que viene desde su posesión y que destapó sus cartas con la marcha de la plaza de Bolívar.
Por: Jacobo Solano C.
@JACOBOSOLANOC