La compañía Productos de Colombia, Prodeco, ha anunciado su renuncia a los contratos de concesión minera. Prodeco es la compañía a través de la cual Glencore, una inmensa compañía, domiciliada en Suiza, de minerales, metales y graneles, inicialmente comercializadora y después también productora, desarrolló sus minas en el país. Un primer paso hacia tomar posesión de yacimiento se hizo en los años 80 al adquirir Calenturitas en el puro centro minero del Cesar, vecina de las áreas que había iniciado a explotar la empresa estadounidense Drummond.
La mina Calenturitas fue explorada y abierta por Prodeco, bajo la propiedad del empresario Arturo Blanco (fallecido el pasado mes de enero), controlante de Puerto Brisa (localizado en La Guajira), dedicada a exportar todo tipo de bienes, incluido los carbones del interior que llevaba al principio hasta el terminal de Santa Marta y luego a un muelle construido al lado del aeropuerto. Después, adquirida, estuvo varios años parada, con los equipos a la espera, mientras se organizaba mejor y se daban precios en el mercado. Se solían hacer acuerdos con Ecocarbón, después transformada en Minercol, que le permitieron retomar las actividades en los años 90.
El nuevo siglo dio aliento a Glencore en el país e identificó que podía extender su interés en las minas medianas de las reservas del ‘sinclinal de La Jagua’, identificado varios kilómetros al norte de la cabecera municipal, en los alrededores del río Tucuy, donde conformó una técnica y moderna extracción de sus carbones térmicos de alta calidad.
Paralelamente iniciaba su participación en la operación férrea y la estructuración de un nuevo puerto en proximidades de Santa Marta para exportar los carbones del Cesar y algunos que, esporádicamente, en el interior compraba. Glencore, de otra parte, adquirió una tercera parte del Cerrejón.
Como hecho inusual, de diversificación, Glencore decidió apostar al petróleo y sus derivados. Ganó la ampliación y modernización de la refinería de Cartagena, proyecto del que determinó salir con prontitud al venderlo a Ecopetrol, a través de Reficar.
La situación internacional del carbón, como combustible fósil, en especial en los países europeos, no es la mejor, con todo y tener el país carbones limpios y de bajo azufre, que los hace menos contaminante a la hora de quemarse en plantas generadoras de energía.
La variable ambiental los ha condenado, aunque aún es demandado en el mercado del Asia, al que se llega con buques grandes apropiados para cubrir la larga navegación.
No solo el desafío ambiental ha venido por el lado del consumidor sino del productor, objeto de oposición de indígenas, jueces y autoridades administrativas, que restringieron y encarecieron los costos y el negocio.
EL PILÓN, desde mediados del 2019, advirtió cómo esa adversidad, más los precios y la pandemia, produciría un colapso en el empleo, los servicios, los claves programas sociales de la empresa y las regalías, ahora el 40% pulverizadas, y de la inconveniencia y riesgo de forzar a la empresa a hacer un mal negocio. Seguiremos sobre el grave asunto en próximos días.