Muy buena la reunión que hicieron los taxistas con el alcalde de Valledupar, Augusto Ramírez Uhía, para hablar de la crisis que enfrentan por la competencia de los mototaxistas y de los vehículos particulares que hacen carreras sin que exista algún tipo de control por parte de las autoridades. Era hora de que se sentaran a hablar sobre las zonas que están vedadas para llevar a los pasajeros porque la delincuencia los tiene azotados.
Muy bueno que hayan acordado la estrategia ‘Un taxista un alcalde, un alcalde un taxista’, que piensen en establecer una tarifa diferencial en el servicio de taxis en la ciudad; que se organicen y puedan por fin conformar una red de seguridad con equipos de comunicación en enlace con la Policía Nacional.
La ‘mancha amarilla’, como le dicen a los vehículos que prestan ese valioso servicio de transporte en la ciudad, necesitaba esa atención de parte de las autoridades, ya han padecido bastante por culpa de la ola de inseguridad y su competencia (¿ilegal?) del mototaxismo.
Pero también está bueno ya que los taxistas prediquen y apliquen. Así como se organizaron, se unieron y pidieron a la actual administración que los escuchara, que los apoyara y los ayudara a recuperar la actividad para salir de la crisis económica que pasan, también deben implementar la misma estrategia para depurar el gremio y no permitir que algunos (no todos) conductores de taxis abusen de los usuarios.
El jueves de la semana anterior llegó al WhatsApp de Don Pilo, nuestro personaje comunitario, un llamado desesperado de una ciudadana que acababa de ser ultrajada por un taxista al que le preguntó por qué le cobraba siete mil pesos al barrio Mareigua. Prefirió el conductor bajarse de su vehículo y arrojarle el billete de cinco mil pesos que le había entregado la pasajera, amenazándole con pegarle. Esta es una de las tantas quejas que frecuentemente recibimos en este medio de comunicación, por cuenta de los abusos en el cobro de las tarifas, los maltratos de los conductores que conducen a alta velocidad, con el volumen de sus equipos de sonido a todo timbal, sin respetar las señales de tránsito, entre otras transgresiones.
El oficio de taxista no es fácil, eso lo entendemos, pero tampoco hay derecho a que actúen de manera irrespetuosa con el usuario, a que cobren una tarifa por encima de la autorizada.
En Valledupar se necesitan taxistas serios, respetuosos, comprometidos con la ciudad, que la cuiden, que la defiendan. Que sea esta reunión la oportunidad para que se depure el gremio, que sean los mismos taxistas organizados los que denuncien cuando conozcan de algunos casos de delincuentes disfrazados de taxistas, los que defiendan al usuario que de manera agradecida preferirá el buen trato de un taxista y no el de un conductor de un carro ‘pirata’.