X

Se mueve la política

Con la condena en primera instancia del gobernador Luis Alberto Monsalvo, procesado por la Corte Suprema de Justicia, amplios sectores apuestan a que sería retirado de su cargo.  

El dicho popular reza que, “no se puede ensillar sin tener las bestias”, pero desde ya los diferentes grupos, por supuesto, también el que llevó a Monsalvo a la gobernación, hacen sus cábalas y se preparan para lo que sería un eventual encargo y posterior llamado a elecciones en épocas de pandemia.  Es que cuando se mueve la política se mueve la gente que mueve la política. 

Un viejo ejercicio es de los pitonisos, promotores de cábalas, de poner a andar sonajeros y a caminar animalejos como los gallos, los  pollos y las pollas. Aludiéndose con tal denominación a los que probablemente se postularían, habilitados o inhabilitados, al primer cargo del departamento.  Y en el entretanto, la especulación sobre el nombre del interino encargado, posible alfil del presidente Duque y su partido de gobierno, el Centro Democrático.

En el hipotético caso, que ya no es improbable, de que se dé una nueva situación política y sean convocadas nuevas elecciones, la cual no sería de inmediato, el Cesar debería prevenirse de situaciones o inminentes peligros.

El peligro de la inestabilidad. Por supuesto no queremos vernos en el espejo de la hermana Guajira que en los últimos años no ha tenido continuidad en el gobierno y tuvo prácticamente cada año y medio, como en los cambios de un equipo de futbol, un diferente Gobernador afectándose en tal medida la administración y la gestión de estructuración y ejecución de obras y servicios, que La Nación decidió intervenir y administrar directamente los recursos que durante 3 años le transfería de educación y salud.  El daño fue inmenso.  Se concatena con el siguiente riesgo.

El peligro de la intromisión (las erráticas intervenciones de los gobiernos nacionales).  Es cuando el presidente y su ministro del interior hacen consideraciones de satisfacer a las presiones de sus amigos regionales sin considerar la gobernabilidad del departamento  sin dársele garantías a todos los sectores políticos. 

Entrando en el proceso eleccionario:

El peligro de la división. Estimamos que es mejor la polarización de fuerzas o coaliciones políticas antagonistas que presenten enfoques diferenciados ante los electores sobre su promesa y visión del departamento. Y no haya gobernadores que con una porción de votos no representativa de las mayorías de la población ejerzan el gobierno. Por eso lo ideal es que se diera, en lo departamental y capitales, la reforma política, que ya se aprobó en Bogotá, de elegir a los mandatarios en segunda vuelta sino se logra una mayoría especial en la primera.

Y finalmente el peligro de la sumisión, del que derivamos el consecuencial de la exclusión (de importantes sectores sociales) y corresponde al uso ostentoso de ‘financiadores’ interesados principalmente en la contratación y que someten al elector frágil que se gana el diario, a un chantaje con su dinero a cambio del temporal mendrugo. A ello aludió antier en recomendado análisis Andrés Molina, el colega director de Radio Guatapurí.

Categories: Editorial
Periodista: