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“Se hacen viajes”

Lo sustancial de un relato, se lo he dicho y se lo seguiré diciendo a mis estudiantes en la Universidad Popular del Cesar, es que el lector pueda discernir y degustar lo que el escritor escribe. No se trata de poner palabras en un texto sin coherencia y sin cohesión.

Seguramente a muchos de nuestros lectores les gustaría leer hoy cómo hará el Gobernador Luis Alberto Monsalvo para darle milimétricamente a cada uno de los políticos los cargos ofrecidos para reelegir a Santos, porque ya les pidió a todos sus funcionarios la renuncia de sus cargos.

Los cambios serán muy pronto.

Pero seguramente los lectores también quisieran saber si es verdad que el ahora periodista Carlos Quintero Romero regresa en agosto próximo a un cargo público en Bogotá o al exterior –en donde estuvo muchos años apadrinado por el benemérito dirigente Aníbal Martínez Zuleta (por quien oramos para que se restablezca de salud), lleno de mermelada de su hermano Chichí Quintero, hoy flamante congresista electo.

Además, si es cierto que el extrovertido periodista Rafael Oñate Rivero asegura por enésima vez sumermelada en el Congreso con el Senador José Alfredo Gnecco Zuleta o si regresan las familias campos, cuellos, etc. a salpicarse de la mermelada que seguramente esparcirá el congresista Ape Cuello o si veremos a Andrés Arturo Fernández tras la mermelada del partido liberal y a su papá tras la mermelada del Centro Democrático.

Lo que pasa es que mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan solo quieren que yo cuente lo que ellos quieren y no desean saber lo que me ocurre a mí.

Se los cuento a escondidas: “Hace uno días parquee mi carro frente al mercado de Valledupar, por el Pabellón de carne y cuando regresé encontré una camioneta Dacia que obstruía la salida de mi vehículo. Eran las 7 de la mañana y el despelote del tránsito en ese sector es el pan de cada día, como en toda la ciudad.

Media hora después no aparecía el dueño. Molesto por los hechos no me había fijado en un letrero que tenía el vehículo que decía. “Se hacen viajes” y el número de un celular.

Enseguida llamé. Me contestó un hombre. Le dije que necesitaba un viaje. –“Usted dónde está y para dónde es el viaje?”-. Respondí que estaba en el Pabellón de Pescado e iba para el barrio”12 de Octubre”. Respondió: “Espéreme un minuto que ya voy para allá”.

Enseguida me aparté de la Dacia y esperé como a 10 metros a que apareciera el chofer. Llegó 45 segundos después, prendió su carro y partió hacía el pabellón de pescado, inmediatamente saqué mi carro –muerto de la risa- y arranqué sin soltar de mis manos el celular, porque sabía que me iba a llamar.

Efectivamente, el chofer de la Dacia me llamó y me dijo: “Oiga dónde esté usted, no lo veo”. Le respondí: “ni me verás porque apenas usted arrancó la Dacia yo saqué mi carro. Tai cogió taipuyao, para que aprendas a parquear tu carro y colgué”.

Hasta la próxima semana.

 

 

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