El fin de semana entre el 15 y el 17 de octubre de 1994 un grupo de atracadores, dentro los que se encontraban miembros del Ejército y la Policía Nacional, logró sacar la suma de $24.072 millones de la bóveda del Banco de la República en Valledupar, Cesar, sin lograr llamar la atención de los ciudadanos en esos momentos.
Hoy, 25 años después el ingenio y el hecho materializado en la calle 16 con carrera 9, centro de la ciudad donde todavía funciona el banco, sigue presente en la memoria de los vallenatos, pero tal vez algunos desconocen tal situación.
Eran las 6:30 de la mañana aproximadamente del 15 de octubre cuando un grupo de personas provenientes de Cali, Barranquilla, Bogotá y del Cesar ingresaron al lugar en un camión Dodge 600, color rojo y al parecer, los delincuentes amarraron y amenazaron a los vigilantes.
Los ladrones tardaron alrededor de una hora en desactivar las alarmas e instalar los equipos de soldadura para abrir la bóveda a través de la herramienta conocida como ‘lanza térmica’, que incluyeron 23 botellas de oxígeno, una botella de acetileno, más de 35 metros de cable trifásico, dos compresores de aire, un extractor de aire, un mazo, un par de guantes quirúrgicos, un barretón, destornilladores, pinzas, llaves de tubo, alicates y forros plásticos negros.
Según datos documentados por EL PILÓN, los ladrones introdujeron tanques de agua para bañarse constantemente y no sofocarse.
Después de durar más de 18 horas al interior del Banco de la República, los ladrones salieron el 17 de octubre con el dinero envuelto en paquetes sellados con plástico y se dirigieron ala colchonería Colchoflex, en el barrio El Carmen, donde pasaron el dinero a dos camiones para el transporte de cerveza para llevarlos a otras zonas del país, de donde según las investigaciones salieron llamadas ese fin de semana a Cali, Bogotá y otras ciudades del país. En esas ciudades después recuperaron parte del dinero mediante allanamientos.
A las 2:00 de la tarde del lunes festivo 17 de octubre, uno de los celadores que había sido amarrado y encerrado en el sótano logró soltarse y salió del banco donde dio aviso a las autoridades sobre lo sucedido.
En su libro ‘Ingenio y pobreza, el robo al Banco de la República de Valledupar’, Hernán Gutiérrez asegura que los ladrones se radicaron en el municipio de Bosconia, desde donde cada día trabajaban en la evaluación del calibre que debían utilizar para perforar las bodegas, configuración de cámaras y la participación de guardas de seguridad, agentes de la Policía y evaluación de posibles retos durante el asalto.
Según las investigaciones, el asalto iba a hacer cometido el fin de semana anterior a la fecha en la que fue concebido, pero los ladrones se vieron en obligación de cambiar para el siguiente por una visita del Ernesto Samper, quien se iba a alojar en el Hotel Sicarare, ubicado justo en frente del Banco de la República y en el que para la fecha del millonario hurto estaban hospedados los delincuentes.
A 25 años, el considerado mayor robo del siglo a un banco en la historia del país sigue causando asombro y curiosidad en los vallenatos y colombianos. En ese momento ningún ciudadano se percató de lo que estaba aconteciendo en el lugar, debido a que fue un puente festivo y no había muchos habitantes en las calles por ese sector de la ciudad.
El dinero robado estaba integrado por billetes de $5.000 y $10.000, que llevaban circulando alrededor de dos años en el país para la época.
A raíz del asalto, los billetes hurtados fueron denominados ‘billetes vallenatos’, los cuales fueron sacados de circulación por el Banco de la República.
CONDENADOS
Tras la investigación y recuperación del dinero robado, la mayoría de los integrantes de la banda que cometió el robo fueron capturados y condenados, entre ellos los miembros de la Policía Nacional.
Benigno Suárez fue detenido por agentes de la Sijín el 9 de noviembre de 1996 y sentenciado a 17 años y 10 meses de prisión; el teniente Juan Carlos Carrillo condenado a 10 años de cárcel, al igual que el teniente César Barrera; Jaime Bonilla Esquivel se entregó la Fiscalía General de la Nación el primero de noviembre de 1994, admitiendo que había participado en el robo, pero que no había sido el autor intelectual.