Con palmas y espigas, decenas de familias se acercaron ayer a las diferentes iglesias católicas de la ciudad para conmemorar la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, en el marco del Domingo de Ramos.
Colmados de fe, gozo y esperanza, niños, jóvenes y adultos –sin distinción de clase social- asistieron a la primera celebración oficial de la Semana Santa, aclamando y cantando ‘bendito el que viene en el nombre del Señor’ ¡Hosanna en el cielo!, reconociendo la grandeza del hijo de Dios que un día vino a la tierra, se hizo hombre y murió por la liberación de los pecados de la humanidad.
“El sentido de este día es la proclamación de la victoria de Cristo; victoria obtenida a través del sufrimiento y de la muerte. Es un domingo en el que como todos los del año litúrgico celebramos la resurrección de Cristo. Se puede apreciar claramente la doble dimensión del Misterio Pascual, puesto que la liturgia enfatiza el triunfo real de Cristo y el anuncio de su pasión y muerte”, coincidieron los párrocos de la Iglesia Católica.
Uno de los momentos más significativos de ayer fue la procesión de Ramos. En la zona céntrica inició en la catedral ‘Nuestra Señora del Rosario’ y finalizó en la iglesia ‘Inmaculada La Concepción’, presidida por el Monseñor Oscar José Vélez; en barrios populares de la ciudad se realizó alrededor de sus templos, donde representaron la entrada mesiánica del Señor en su triunfo pascual a través de la muerte, dejando de presente que la cruz y la muerte del Señor constituyen una victoria y no una derrota.
Posteriormente, siguió la homilía con la solemne lectura de la pasión, que evidenció que el Todopoderoso es un Rey que sufre y que ha llegado a la realeza por la cruz. En este sentido, el presbítero Yamit Martínez enfatizó que “la vida de los seres humanos está llena de alegrías y sufrimientos, salud y enfermedad. Asumirlos como Cristo nos lleva a entender que el sacrificio, la entrega, la cruz, la muerte, son el camino para llegar a la resurrección, a la gloria, a la felicidad de los bienaventurados”.
La bendición de ramos y del agua, fue el momento que todos esperaban, debido a que muchos seres guardan estos elementos año tras año en sus hogares como ‘arma’ de protección ante los males del mundo.
“Que nada robe la esperanza”
Este fue el mensaje que enfatizó el Papa Francisco en los ritos de su primera Semana Santa como Pontífice, en la que exhortó a los cristianos a no ser personas tristes y no permitir que nadie “les robe la esperanza”.
De igual manera, llamó a “vencer el mal que hay en nosotros y en el mundo” y a no creer “en el maligno que nos dice que no podemos hacer nada contra la violencia, la corrupción y la injusticia”, explicando que “Jesús en la cruz siente todo el peso del mal y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección”.
En un mensaje de esperanza, el papa venido del fin del mundo, que al principio de la celebración apareció muy concentrado, rezando, pero sereno, dijo: “Con Cristo, con el bien, todos podemos vencer el mal que hay en nosotros y en el mundo”. “¿Nos sentimos débiles, inadecuados, incapaces? Pero Dios no busca medios potentes: es con la cruz con la que ha vencido el mal”, agregó.
Significado bíblico
La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén, la ciudad más importante para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó.
Había mucha gente, algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un Rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.
La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso.