Valledupar es una población enclaustrada en las estribaciones de la Sierra Nevada, lejos de las pocas carreteras que nos circundaban a comienzos y mediados del siglo pasado, distante del río Magdalena, arteria fluvial por la que llego al país lejos de la Costa Caribe la poca tecnología que tuvo Colombia para esa época, a la región todo nos llegaba tarde, por esta razón creamos nuestra propia cultura que hoy la nación y vasto sector de américa parlante conoce a través de nuestros cantos.
Este aislamiento nos llevó a maravillarnos con la novedad del momento, la radio, escuchábamos para esa época emisoras de Cuba, Venezuela, del interior del país y la Costa Caribe, en Barranquilla se fundó la primera emisora del país en 1929.
En Valledupar, el primer experimento radial lo hizo Casimiro Castro Villazón, tenía nociones de radio técnica, la emisora artesanal tuvo corta vida, luego esa responsabilidad la asumen los teatros de la ciudad, Cesar y Caribe, allí se difundían avisos mortuorios, cumpleaños, grados y noticias; lo hacían desde una bocina colocada en lo más alto del local, estos avisos los leía Alberto Reales, matizado con canciones dedicadas a las damas con mensajes de amor cifrados.
La primera emisora del Valle, Radio Valledupar, la fundó el manizaleño German Aristizibal, 1957, creó un kínder radial con voces del Valle, después pasaron a engrosar la nómina de Radio Guatapurí, creada en 1963.
En la región se forjaron melódicas voces, cautivaron la región paramuna, admiradora del talento, sabor, originalidad y alegría costeña, esta preferencia se desvaneció, fuimos lentamente colonizados por la radio del interior.
La invasión radial de los cachacos llega al Valle cuando la frecuencia de radio Valledupar es vendida a Caracol, esta se convirtió en repetidora de emisoras Nuevo Mundo de Bogotá, ocurrió igual con La Voz del Cesar, repite 24 horas a Nueva Granada, matriz de RCN.
Hoy la cultura vallenata está avasallada por todas partes, radio, televisión y prensa nos llega del altiplano, poco a poco hemos asimilado esa cultura extraña y distante de la nuestra, esta se refleja en los distintos medios locales, radio y televisión, principalmente en noticieros y programas de opinión.
Nuestro acento y pronunciación se ha vuelto triste, gangoso, extraño, lejano de la vallenetía, no hay pronunciación más rara que un vallenato tratando de hablar cachaco, un hibrido tan cansón, como cachaco hablando costeño.
Triste es que directores de medios locales estigmaticen a colegas que hablan y piensan como vallenato, los discriminan y tildan de corronchos, se sienten de mejor linaje porque hablan cachaco, se avergüenzan de su raza, ellos levitan.
Pero el oyente es el que decanta, decide, defiende y siente su cultura, lo demuestra la más reciente encuesta de sintonía. Radio Guatapurí, de la que hacen chistes, quienes se creen de mejor familia radial por su acento chibcha, sigue en primer puesto por su defensa de la cultura vallenata, los de hablar foráneos ni siquiera marcan encuestas, es lamentable que advenedizos que se avergüenzan de nuestro acervo, quieran cambiar nuestros sentir cultural.