La pandemia y el desempeño del gobierno están catalizando la agrupación de fuerzas políticas con miras a elegir el próximo presidente de la república. Nunca esto había ocurrido con tanta rapidez faltando más del 50 % para terminar un periodo institucional que, por fuerza mayor o por debilidades en el ejercicio del poder, ya se siente la acefalía. Si no fuera por la hora diaria en TV ya no nos acordaríamos quien ganó la presidencia la vez pasada.
Claro, habrá que esperar un tiempo para analizar con mayor solvencia y detalles el efecto de las decisiones adoptadas en la emergencia. Algunos insisten en la reagrupación de la centro-izquierda como si esta existiera, otros más coherentes, consideran que es la derecha extrema la que debe fortalecerse para continuar en el poder ya que aquí poco se habla de centro-derecha. Armar coaliciones de centro tiene más connotación retórica que real; las coaliciones tienen que ser filosóficas, que generen cambios profundos en la sociedad, no mecánicos ni electorales para mantener el statu quo.
Los amigos de la inercia, los que defienden la permanencia en el mismo sitio, se sienten cómodos, ese es su hábitat. Estas propuestas son distractoras, hace dos años las hicieron De La Calle, Fajardo, sectores del Polo y otros amorfos asexuados ideológicamente; por operatividad, Petro aceptó pero de antemano, el criterio de los convocantes era que Petro no aplicaba. Ahora, de nuevo, De la Calle, a manera de esquirol, insiste en lo mismo como si la historia fuera estática.
Le tuvieron miedo al cambio y ahora como plañideros lloran por el rumbo que toma el país y sus instituciones. ¿Para qué tanta hipocresía y distracción? Otros, proponen una alternativa pragmática consistente en identificar unos puntos básicos comunes y desarrollar alrededor de ellos una propuesta de gobierno de urgencia, ya no filosófica sino de praxis política; este acercamiento equivale a una intersección de conjuntos, una solución algebraica a corto plazo, no profunda ni duradera.
¿Quién, p.ej., no está de acuerdo con un sistema integral en salud y con una política crediticia democrática de fomento? Pero existen problemas que no funcionan con soluciones medias y son inaplazables. Como mínimo habría que considerar los siguientes: 1) el funcionamiento de la democracia; 2) el modelo económico; 3) los sistemas de educación y salud; 4) el medioambiente. El primer punto alude a una revisión del régimen presidencialista, a la conformación, independencia y transparencia de los poderes del Estado y a una reforma del sistema electoral. El segundo implica una definición de cuáles serían los pilares de nuestra economía, del tipo y formas de producción que garanticen la autonomía alimentaria, la necesaria generación de divisas y el empleo. El tercer punto es vital para el crecimiento, la investigación, la lectura crítica, el fortalecimiento del saber y la formación de valores. El cuarto garantiza la continuación de la vida, un encuentro con la naturaleza.
Una será la solución de la izquierda y otra opuesta de la derecha, no la del centro. La de la derecha ya ha sido aplicada sin resultados durante 200 años, ahora hay que ser más juiciosos e imaginativos.