Por: Luis Napoleón de Armas P.
Hace algunas semanas, el periodista y columnista Daniel Samper conceptuó que el género musical vallenato, tal como se le estaba tratando, desaparecería. Se quejaba de que la narrativa que lo distinguía y lo había hecho clásico, ya no estaba en las canciones del nuevo vallenato comercial.
Estas opiniones, de inmediato, armaron un tierrero; varios columnistas, folcloristas o no, les cayeron a Samper, como avispas de colmena. Pese a las contradicciones, en las apreciaciones de todos ellos con respecto al juicio inicial, la verdad es que todos tienen algo de razón. Hay que distinguir dos cosas: una es la música clásica vallenata, que está escrita para la historia, y otra es la música de acordeón para el consumo diario, para el lucro de todos sus protagonistas.
La música no puede desligarse de la evolución de los otros fenómenos que la rodean como la cultura, la economía, el arte, la política y hasta la tecnología. Hoy los cambios se suscitan tan rápidos que ya la gente, p.ej., no alcanza a aprenderse e interiorizar una canción, cuando otra le está atropellando los oídos. Cuando uno estudia la historia de la música universal, se da cuenta de que esta ha estado pegada a la estructura social en cada momento. Primero surge la música gregoriana que atendía las necesidades religiosas de la época; en forma paralela, aparece la música profana, escrita en lenguas vulgares y no en latín, con gran contenido amoroso y mas instrumentación que la anterior y que tuvo gran desarrollo durante el renacimiento. Aquí surge la música clásica con el periodo barroco muy ligado a los logros de la ciencia; de esta época datan Handel, Vivaldi, Bach pero también Galileo, Kepler y Newton. Pero el mayor impulso al periodo clásico lo recibió de la revolución francesa y las guerras napoleónicas.
Una característica de este periodo es que los compositores y músicos eran empleados de las autoridades eclesiásticas y de la nobleza lo cual limitaba la creatividad y libertad del artista; a esta modalidad cultural se le denominó “el patronato”. Esto lo vivimos hoy con la música cuando los artistas escogen sus temas para las disqueras con posibilidades de rentabilidad económica. Por eso los compositores clásicos y su narrativa se acabaron; igual la vaquería, matriz del vallenato.
De esta época son Haydn, Mozart y Beethoven. Estos no se han repetido, ni tampoco habrá mas Escalonas, ni Moyas, ni Leandros, ni Gustavos Gutierrez, relevados, y con ellos el clásico vallenato. Sin embargo, el acordeón sigue.