Hundido en una crisis financiera profunda está a punto de desaparecer. Nadie quiere hacerse cargo de la gerencia y los pacientes que buscan sus servicios son muy pocos. Es el Instituto Departamental de Rehabilitación y Educación Especial del Cesar, Idreec.
Recuerdo, hace muchos años, cuando estudiaba en Bogotá, haber visto a Leonor Baute de Araujo, llegar con su pequeño niño a hacerle una terapia de rigor, porque en Valledupar no había terapistas. Allí charlamos, porque se posaba en la misma residencia en donde vivíamos varias vallenatas y yo, sobre el pesar que sentía al pensar en madres que no podían llevar a sus hijos a rehabilitación, y fue cuando se le ocurrió crear lo que en principio de llamó Centro de Rehabilitación Infantil, que tiempo después llevaría su nombre y tiempo también después se lo quitaron.
Tocó puertas, visitó centros de rehabilitación en Bogotá y comenzó su trabajo, y años después el Club Rotario hizo dos Banquetes Simbólicos para allegar fondos destinados al incipiente centro que se posicionó como el mejor de la Costa Atlántica y uno de los mejores del país.
Son bien conocidos los beneficios que ha brindado el hoy Instituto a tantos pacienticos, al principio, y después se extendió el servicio a los mayores. Hoy no funciona como dije, porque está en estado agónico. Se deben un poco menos de un año de sueldos. Es triste la situación que atraviesa el ente de salud por cuenta de la alta cifra de dinero reflejada en los pasivos que ascienden a mil millones de pesos y más. En fin, se convirtió en un paciente sin dolientes, ha faltado voluntad política, según el decir del diputado Alfredo Pinto, quien anda con una labor quijotesca pregonando la necesidad de salvar al Instituto.
Cuando el Idreec funcionaba sin intervenciones políticas era motivo de orgullo para la ciudad, a él acudían pacientes de otros departamentos cercanos; pero tristemente hay que reconocer, que donde meten el dedo los políticos sin buena fe, todo se daña. A eso se suma la abulia de los vallenatos ante la pérdida de tantos entes que ha desaparecido y ni los echan de menos. Aquí solo se defiende, y muy por encima, lo que se refiere al acordeón, caja y guacharaca. Hay líderes, claro, pero sus voces casi nunca o nunca tienen eco.
¿Nos quedaremos con la edificación ruinosa del Idreec? Es la salud y hay que defenderla a como dé lugar. Se espera la ayuda de los gobiernos departamental y nacional, pero hagámonos sentir, reclamemos, pidamos, dejemos la indiferencia a un lado, todavía hay tiempo de salvar el Instituto Departamental de Rehabilitación y Educación Especial del Cesar.
Mary Daza Orozco