Tengo en mis manos, como pan recién salido del horno, una obra literaria de muchos quilates, escrita por un paisano y maestro en todas las acepciones de la palabra, el abogado y escritor Ciro Alfonso Quiroz Otero, cuyo nombre me ha servido para titular esta columna, y la cual, desde ya recomiendo a mis lectores para que se la deleiten como yo he tenido el privilegio de hacerlo de primera mano.
La editorial Ibañez nos presenta esta vez una obra que como dice su prologuista Alonso Sánchez Baute, es mucho más que un extenso ensayo sobre la música popular, esta obra aporta una reflexión sobre la Colombia actual, más allá de la coyuntura del conflicto y la reconciliación, como si se tratara de su testamento intelectual Quiroz enumera los más importantes cambios sociales, desde lo popular que viene enfrentando Colombia desde la última mitad del siglo XX.
Como quienes transitamos en el camino de la mayor riqueza cultural que tenemos los “provincianos”, sabemos que Ciro Quiroz es una verdadera autoridad en el vallenato, he querido compartir con ustedes algunos apartes de la obra ‘Sapiencia Popular’, que hoy les insinúo leer.
Quiroz afirma en este libro que Rafael Escalona, quien fue su amigo y vecino por muchos años en Bogotá, quiso siempre ser abogado y se llevó ese secreto hasta la muerte, pero en una de sus obras cumbres, titulada ‘La custodia de Badillo’, demostró su capacidades y vocación de jurista, y manifiesta Ciro sobre Escalona: “Estaba llamado a ser el digno sucesor de tan ilustres juristas, pero las cosas no salieron como se esperaba, pues evadía los consejos de sus progenitores para enredarse, sin rescate, en las parrandas martirizantes de Lorenzo Morales y Emiliano Zuleta, con quienes ejercía el complicado y emocional oficio de perito de piquerias y conciliador de reyertas donde decidía quien ganaba o perdía o resolvía salomónicamente el asunto con un empate”.
De Escalona en ‘Sapiencia Popular’ hay otra maravillosa pieza, que hace un análisis del rapto de que fue objeto una nieta de una señora patillalera llamada Juana Arias, de quien dice Quiroz: “niña bien criada, virgen por presunción y tradición, calidad que Juana Arias públicamente destacaba. “La perjudicó” insistía con gritos por donde pasaba, “perjudicar en la región equivale a desflorar”.
Pero son muchos los cantos, tanto del vallenato, como de otros géneros nacionales e internacionales que se analizan jurídica y popularmente en este libro y se armonizan con la cotidianidad de la nación, como en el caso de ‘La gota fría’, que nace de esa memorable piquería que sostuvo Emiliano Zuleta Baquero con Lorenzo Morales y que aún mucha gente no sabe de donde proviene la expresión: Le cayó la fría y al respecto se dice en la obra. “Al hacer alusión en su metáfora a la cárcel para amenazar a su adversario, diciéndole que estaría tácitamente sumiso como huésped del olvido, en el lugar conocido de oídas por sus atrocidades, como “el panóptico de Tunja”, lugar de la gota fría”. Definitivamente esta obra de Quiroz es una joya de nuestra literatura.
Por Jorge Nain Ruiz