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Santi y su pandilla

Yiret Castro Linares

Eran las 6 y 30 pm de  un día nublado cuando se realizó un robo por el líder de la pandilla Los ojos de águila; se hacían llamar así porque nadie se les escapaba, estaba conformada por: El Púa, Garras de León, El Chuki, El Rompe Hueso, El Exterminador, El Martillo, El Pimienta, entre otros, y Santi El Sicario su líder, era un joven alto y robusto, fileño y tenía una cicatriz terriblemente grande en el ojo izquierdo; tenía un tatuaje de una rosa ensangrentada entre llamas en el brazo izquierdo y usaba jean negros rotos y camisetas con calaveras dibujadas.

Ellos se enfrentaban a una pandilla cada mes para así ganar territorio para poder vender su veneno; lo que Los ojos de águila no sabían era que a la nueva banda que ellos enfrentaban estaba formada por policías, que tenían la misión de atraparlos y esta estaba liderada por Rosa Jogins, ella hacía llamar a su banda Los Pumas.

En una ocasión Rosa organizó un nuevo enfrentamiento para tratar de atraparlos ya que la vez pasada lograron escapárseles. Los Pumas tenían un arma secreta… habían pedido refuerzos a las patrullas cercanas y les pidió que se camuflaran en el enfrentamiento que iba a realizarse en un estadio abandonado.

Ambas pandillas acudieron a la cita programada y Los ojos de águila empiezan a atacar a Los Pumas quienes a su vez hacen señas a los policías camuflados para que empezaran a atraparlos. Pasaron las horas del enfrentamiento y de Los ojos de águila sólo quedaba el líder, Santi El Sicario, y este le propuso a Los Pumas que se enfrentaran sólo los líderes de los dos bandos y en ese momento Rosa se quitó su pasamontaña y le mostró su bello rostro de mujer cuando Santi vio que se enfrentaría con una mujer, algo en él cambió y no se creyó capaz de enfrentarse contra una damisela por cuestión de principios y mientras lo pensaba Rosa captó su inseguridad y se le fue acercando hasta atraparlo a lo que él no opuso resistencia y se resignó a ser esposado por una valiente mujer; él fue sentenciado a 15 años de prisión y sus compinches a 14 años.

Pasado el tiempo y pagada la condena salieron del reclusorio y algunos decidieron ser pequeños empresarios y otros no aprendieron la lección. Santi estudió e ingresó a la policía y logró trabajar junto a Rosa Jogins.

 Autora: Yireth Neriana Castro Linares – I.E. Milciades Cantillo Costa

Periodista: