“Gabo te mando de Estocolmo un poco de cosas muy lindas, un perfume desconocido que tiene un olor a guayabas, Gabo me ha invitado a su fiesta y eso es para mí un gran honor, fui con los Hermanos Zuleta pa’ que el Rey oyera Acordeón”.
No es posible iniciar esta columna sin recordar la canción titulada ‘Vallenato Nobel’ de la autoría del Maestro Escalona, incluida por los Hermanos Zuleta en corte número tres del Lado A del LP así titulado, el cual fue sometido a consideración del público en el año 1983, es aquel merengue en el cual Poncho dice que lo único que no le gustó de Estocolmo fue que no se pudo entender con las monas porque “hablan muy enrredao”.
El premio Nobel otorgado al señor presidente de la República es una gran noticia para todos los colombianos y es digno de una celebración entusiasta y un merecido tamacazo en la conciencia de quienes poniendo en la parrilla el pellejo ajeno y con la ayuda de protagonistas viejos con mañas nuevas manipularon a los incautos de este país para que votaran NO en el plebiscito, como si la patria se dividiera en dos, la mitad boba y la otra mitad bruta.
Sin duda ese reconocimiento es un grandísimo chorro de limón en la herida de los envidiosos del bien ajeno y un motivo más de amargura de los malquerientes de Santos, para los demás mortales es una luz de esperanza en este momento crucial cuando quienes viven de la guerra han pretendido arrodillar al país, son los mismos que mataron el tigre y ahora no saben ni para qué lo hicieron, se asustaron con el cuero y no saben qué hacer con su cuerpo inerte.
Las declaraciones de un bocón en las cuales entera al país de las maquinaciones que se hicieron para confundir a la opinión pública y lograr su objetivo perverso de impedir la refrendación del acuerdo con base en la rabia y el miedo, tiene connotaciones criminales y es una modalidad de vicio del consentimiento y el resultado que merece la intervención de la Fiscalía y de las autoridades electorales y hace acreedor a sus pre digitadores del premio nobel, pero al imperfecto concierto para delinquir y por si solo amerita la invalidación del resultado, el estudiante copión fue sorprendido con la mano en la masa y por lo mismo el resultado obtenido es nulo.
El presidente se merece el premio que se le ha otorgado, el cual constituye un reconocimiento a su abnegación, y también una justa exaltación al estoicismo de los colombianos que hemos soportado la carga difícil de llevar de la violencia ciega y brutal, es la tapa de la cajeta, una bofetada a aquellos que como las ratas lo que no se han podido comer en este país se lo cagan para que no sirva para nadie.
La Academia Sueca está lejos pero no está loca, ningún chisme influye en sus decisiones, no se caracterizan precisamente por hacer mandados, ni complacencias por bonitas caras otorgan el preciado reconocimiento solo a quienes lo merecen, desde luego los amargados dirán que ‘Juampa’ lo lagarteó, pues la calumnia es el único argumento que le queda a quienes quieren igualarse al otro pero no pueden, “Calumnia que de esa vaina cualquier vaina queda” es su consigna y el mal ajeno su diversión.
Con el Nobel y la movilización universitaria y de la ciudadanía que no vive de la guerra en todo el país podemos decir que los acuerdos ya están refrendados, y con las gravísimas revelaciones sobre publicidad engañosa al elector desvirtuado el NO, solo falta que Santos se amarre los pantalones, ponga el oído al piso y mire la distribución de la votación por el SI y por el NO en todo el país y comprobado que quienes sufren la guerra en las regiones votaron por el SI y quienes la ven por televisión votaron por el NO, acudir nuevamente al pueblo mediante el procedimiento sugerido por Eduardo Cifuentes el exmagistrado de la Corte Constitucional porque lo del plebiscito fue un tropezón que duele y que sorprende, pero no es el final, a ese cuento le falta su mejor chicote.
Por lo pronto disfrutemos lo que ya se ha logrado, y a quienes esa vaina les cayó como panela en “muela picá” que tomen milanta para la gastritis.
“Sabes que Estocolmo está lejos, queda muy cerquita del polo, allá se camina en el hielo que un gitano trajo a macondo”: Rafael Escalona