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San José de Oriente siempre fue víctima de la guerrilla

San José de Oriente, también lo conocen como el pesebre, por su ubicación entre las faldas de dos cerros.

El nueve de marzo de 1999 un grupo de hombres armados llegó a San José de Oriente, un corregimiento del municipio de La Paz, Cesar, que limita con Venezuela. Eran las 6:30 de la tarde cuando Jaime* vio pasar por el frente de su casa una camioneta con unas personas que llevaban la cara tapada con pasamontañas. “Ellos tenían una lista y se dirigieron a las casas de tres habitantes que estaban en esa lista, las sacaron y las llevaron al cementerio que queda en una pendiente de donde se observa abajo a todo el pueblo. Allí les dieron muerte”.

Después de la muerte de los tres hombres, todo el pueblo quedó atemorizado. Entre los muertos estaba el inspector de policía, Ricardo Duarte Palencia, y dos personas más conocidas por la comunidad, Jorge Torrado Ortiz y Gustavo, del que solo recuerdan que le decían ‘La Hormiga’. Por la manera cómo los mataron, se corrió la voz de que eran paramilitares los que habían cometido los asesinatos. Para esa época dominaba la región el frente 41 de las Farc, comandado por alias ‘Ricaurte’, grupo que había sacado de esa zona al Eln y al Epl, y ya se conocían las incursiones de las Autodefensas en corregimientos cercanos.

Ese es el recuerdo que guarda Jaime* del hecho que hizo que muchos de sus vecinos y amigos se fueran del pueblo para nunca más volver. “Nosotros vivíamos del campo, porque San José es una zona campesina, con una tierra bendita. Mi familia dejó la finca abandonada porque si subíamos, allá estaba la guerrilla y si nos quedábamos en el pueblo llegaban los paramilitares”.

Entre la espada y la pared. Así vivieron por muchos años, sin la presencia de la Policía, solo con las órdenes que les daban los comandantes de la guerrilla que tuviera el control en ese momento.

Esta masacre de 1999 aparece relacionada entre las 120 que perpetraron las Autodefensas en el departamento del Cesar, documentadas por la Fiscalía de Justicia y Paz. José Antonio*, familiar de una de las víctimas de esa masacre, le contó a VerdaAbierta.com que la verdad de lo que ocurrió ese día no es como la cuentan. “Ese día llegó una camioneta como con 14 hombres, tenían la cara tapada, y creíamos que eran paras, pero a uno de ellos se le cayó la máscara y nos dimos cuenta que era un guerrillero”, dijo el que para ese entonces era un campesino más de San José de Oriente, pero por miedo a regresar a su entorno tuvo que quedarse en la ciudad y aprender un nuevo oficio.

“Al tener la duda de quién había matado a mi familiar y a los otros dos señores conocidos de la comunidad, armamos una comisión y fuimos hasta el campamento de alias ‘Ricaurte’, que era en ese momento el comandante del frente 41 de las Farc, y le preguntamos por la masacre. Él reconoció que sí habían sido ellos y que los mataron porque eran enemigos de sus políticas”. Después de esa masacre muchas familias se desplazaron, algunas regresaron pero la mayoría prefirió no volver.

“La verdad es que San José de Oriente siempre ha sido un pueblo rebelde con la guerrilla, nunca las aceptaron por sus acciones, como la muerte del señor Emilio Durán, ocurrida el 23 de julio de 1990, él era de la iglesia Adventista, muy buena gente, y lo mataron supuestamente por un error militar del Eln que para esa época era el que mandaba en la zona, comandado por alias ‘Fabio’, ‘Omar’ y el ‘Che Guevara’.

A comienzo de los 90’, los guerrilleros del Eln pusieron su bandera en la plaza del pueblo, pero un grupo de jóvenes aprovechó la noche para quemarla, y fue el mismo pueblo unido el que desterró a este grupo subversivo después de la muerte del señor Emilio. “Ese fue un crimen cobarde y sin razón de ser”.

Sin embargo, los habitantes de este poblado, que tiene sus calles empedradas, con un clima agradable, siempre han cargado con la mala fama de ser ‘amigos’ de la guerrilla. “Una cosa es ser amigo de la guerrilla y otra es tener que obedecer lo que ellos decían, si ahí no había autoridad que nos respaldara”, dijo José Antonio*.

Después que sacaron al Eln por sus propios medios, llegaron las Farc (frente 41) y desterró de esa zona a un pequeño grupo del Epl que también estaba cerca. Testimonios de varios campesinos de la zona aseguran que esta guerrilla se enriqueció rápidamente. “Ellos cobraban vacuna a los cultivadores de amapola y marihuana, también a los campesinos y comerciantes y nos decían que eso era para el sostenimiento de la revolución. Así comenzó el derramamiento de la sangre, el que no acatara sus órdenes, era declarado objetivo militar, las Farc mataron a muchas personas de nuestra comunidad”.

Este hombre, que ya casi llega a los 80 años, recordó como trataron de oponerse a la llegada de las Farc, pero está tomó el control por la fuerza. “Los guerrilleros de las Farc patrullaban el pueblo como si fuera el Ejército Nacional, tenían su campamento principal en un sitio que se llama Estocolmo, que es ya territorio venezolano, eso quedaba como a 14 horas a pie desde San José, y nos decían que ahí había más de tres mil guerrilleros, con solo decirles que al pueblo llegaba un grupo como de 400 hombres a hacer patrullaje. Las Farc se metía en todo, en el comercio de la droga, en el negocio mayorista de café, y todo era para su beneficio propio, sin ninguna ideología”.

Los muertos de San José
San José de Oriente está ubicado en las estribaciones de la Serranía del Perijá, a 40 minutos de Valledupar, a donde se llega por una carretera en buenas condiciones. Queda a 20 kilómetros de la frontera con Venezuela, por lo que en la década de los ochenta y noventa fue epicentro de incursiones de la guardia venezolana en diferentes ocasiones, como la ocurrida el 17 de octubre de 1995 cuando un helicóptero venezolano dejó explosivos en la zona de los cerros ‘El Pintao’ y ‘El Avión’, que mataron al campesino Argemiro Ortega y dejaron herido a su hermano Luis Ángel y José Sanín Montejo.

Las familias que viven en el pueblo tienen sus fincas en la montaña, la mayoría son cafeteras y de cultivos de pancoger y quedan muy cerca de la línea que divide a los dos países. “Nosotros siempre hemos sido víctimas de la guerrilla, incluso los muertos por los paramilitares fueron pocos en comparación con lo que hizo la guerrilla”, recuerda el señor José Antonio*, quien a pesar de que no vive en San José de Oriente, está al tanto de lo que sucede en su pueblo adoptivo.

Ricardo Duarte Palencia no fue el único inspector muerto. En 1993 también mataron a Iván Moreno, quien ostentaba el cargo, cuando fue emboscado en el cementerio a su regreso del municipio de La Paz, que queda a 15 kilómetros. En 1997 la guerrilla también mató al concejal Evaristo Arenga.

“La guerrilla mató a Urquijo, el tendero; a Jesús ‘Chunga’ Reyes, el cebollero; a dos muchachos que le decían ‘Panayo’ y ‘Bola de Mugre’, a Ramón Ardila y su hijo Alber, a Yudis, a quien le decíamos ‘La Fiera’, a Luis Carrillo, a Álvaro y Herminedes Bayona, a ocho policías que iban en un carro y cuando pasaron por el sitio conocido como ‘La Vuelta de la Oreja’ o ‘Las Cruces’, activaron unos explosivos, son tantos los muertos que ya casi ni los recuerdo”, dice con tristeza el anciano.

Según conoció VerdadAbierta.com, los cultivadores de amapola siempre han estado muy cerca de la frontera con Venezuela. “El sitio donde sembraban o siembran amapola queda en tierras venezolanas, se llama Estocolmo y La Agüita, que queda más allá de Los Copetranes, un paraje que si queda en Colombia. Los que trabajaban en esos cultivos decían que veían aterrizar helicópteros venezolanos dos veces al mes en el campamento de las Farc queda ahí cerca”.

Por eso, asegura uno de los hombres que trabajó en los cultivos de amapola, San José de Oriente se convirtió en un pueblo de interés para las Farc, porque era el centro de pago de las cuotas que debían cancelar comerciantes, ganaderos y agricultores a esa guerrilla. “A finales de los 90, se veía pasar por San José caravanas de carros que llegaban hasta la vereda La Junta, ubicada a seis horas a pie y dos en carro. Llegaban a la finca de un señor que después mató las Auc, ahí a esa finca llegaba ‘Simón Trinidad’, ‘Joaquín Gómez’ y la gente les rendía cuentas, es que eso no es contarlo sino vivirlo. Nosotros fuimos testigo de muchas cosas y si las denunciábamos, nos mataban”.

Una historia de violencia
Con el aumento de la violencia en Colombia después del ‘Bogotazo’, generado por la muerte de Jorge Eliécer Gaitán el nueve de abril de 1948, muchas familias de Norte de Santander y Santander llegaron al norte del Cesar buscando refugio. La mayoría de vocación campesina, se asentó en sitios estratégicos. San José de Oriente no existía para esa época, solo había un grupo de doce familias en un sitio que llamaban ‘La Boca’, a las que se unieron muchas más en 1949.

De esas familias se recuerda a la pareja conformada por Pablo Duarte y Ana Sofía Paredes, padres de siete hijos, que más tarde tomarían el liderazgo del pueblo. Como buenos campesinos sembraron café, aguacate, cebolla y maíz y reiniciaron su vida ahí. A finales de 1960 ya se había convertido en un pueblo y lo llamaron San José de Oriente, el cual se desarrolló bajo el liderazgo de Héctor Eliécer Duarte Paredes, que más tarde delegó en su hijo Ricardo el trabajo social junto con otros jóvenes como Alonso Rodríguez, Luis Jaimes, entre otros.

Ellos tenían el liderazgo de las organizaciones sociales, consiguieron puesto de salud, escuela y empedraron sus calles. La Defensa Civil fue la primera ‘autoridad’ que vieron llegar al pueblo, años más tarde cuatro policías y el inspector central se convirtieron en la única autoridad. Cuando ya estaban bastante organizados y reconocidos como corregimiento del municipio de La Paz, se lanzaron a la política. Ricardo Duarte fue concejal en seis periodos consecutivos, la población se veía próspera, ya tenían un colegio cooperativo agropecuario y un nuevo barrio que llamaron Betania. Pero fue a finales de los 70 cuando llegó la bonanza marimbera y con ella la violencia. El señor José Antonio* recuerda que “se armaron grupos al margen de la ley, desde Codazzi venían esos grupos que se llamaban ‘Los Arrebatos’ o ‘Los Ladrillos’, eran bandas pendientes de quitarnos lo que teníamos. Por ese motivo, se fue la policía de San José y nos quedamos solos”.

Las tierras de San José de Oriente que antes producían productos que abastecían los mercados de varios municipios del norte del Cesar, se llenaron de marihuana y amapola principalmente. “Fue entonces cuando apareció el Eln, después el Epl y finalmente las Farc que demoró bastante tiempo con el control de la comunidad. A San José de Oriente nadie llegaba, la guerrilla tenía este pueblo encerrado, si llegaba un camión repartidor de gaseosa, de leche o de cualquier producto, se lo llevaban inmediatamente y así nos fuimos quedando solos, la gente pensaba que aquí todo el mundo era guerrillero”.

Solo en el 2006 regresó la Policía Nacional. Cincuenta policías organizaron la Estación y 500 militares se instalaron en el Batallón de Alta Montaña en la Serranía del Perijá. “Ahí volvió la tranquilidad”, una tranquilidad que perdieron nuevamente porque desde el 2011 se comenzaron a escuchar los rumores de que el frente 41 de las Farc se había fortalecido, y el ambiente se llenó de temor.

Los pobladores consultados por VerdadAbierta.com recuerdan que las víctimas de los paramilitares no son tantas como las de la guerrilla. “Ahora está tomando fuerza el boleteo, la extorsión y las amenazas, también se habla de las bandas criminales y ya uno no sabe qué creer. Por eso vemos tan lejana la paz”, dijo José Antonio*.

Pero más radical es Jaime* cuando se le pregunta qué piensa de los diálogos de paz en La Habana entre el gobierno nacional y las Farc. “Eso es una mentira, nosotros no esperamos nada de las Farc, eso es como esperar algo del diablo, lo que ha vivido la gente en San José de Oriente no tiene cómo compensarlo las Farc”. ¿Cree en el arrepentimiento de esa guerrilla? La respuesta fue tajante: “Esa gente no cambia y si hacen un reconocimiento a las víctimas es entre comillas, qué esperar de esa gente que nació y creció matando. La guerrilla se está fortaleciendo cuando están hablando de paz, ellos siempre han querido el poder a cuesta de la muerte de mucha gente, de la ruina de familias, de sangre”.

Pero no todos son tan pesimistas como Jaime*, una profesora que ya no vive en San José, pero que lo visita cada vez que puede, dice que las cosas pueden mejorar si se firma la paz. “Las cosas no están fáciles hoy, pero ojalá haya un acuerdo para que los campesinos puedan trabajar tranquilos la tierra”.

Redacción EL PILÓN- Verdad Abierta

 

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